El aspecto del restaurante donde me habían convidado a tomar café era bastante desolador. Sobre todo por el contraste con un sitio que siempre está lleno de vida. Sus puertas, me dijeron, estaban cerradas tras una ola de contagios de covid. Desde afuera impactaba su pinta de abandono.
Horas antes de aquella cita, recibí el mensaje de un colega que me pedía vernos por Zoom en vez de hacerlo personalmente, pues se tenía que autoaislar –acababa de saber de casos de covid en una reunión a la que había ido en días pasados–. Los casos de covid se han disparado en Inglaterra en las últimas semanas.
Este lunes, sin embargo, el gobierno de Boris Johnson anunció que finalmente levantaría las restricciones impuestas en este largo confinamiento. El anhelado ‘día de la libertad’, antes pospuesto, es ahora oficial: 19 de julio.
¿Cómo juzgar la oportunidad de la medida ante las señales de una nueva irrupción del virus?
Mientras se ha comprobado que una dosis no es suficiente contra delta, la doble vacuna parece ofrecer “adecuada protección”.
El origen de esta aparente confusión tiene nombre propio: delta, en la fórmula del alfabeto griego adoptada por la Organización Mundial de la Salud para designar variantes de Sars-Cov-2, conocido como covid-19.
Al mutar (aprendo en un ensayo de Rupert Beale, científico del Instituto Francis Crick), los virus deben motivar mayores preocupaciones “si se vuelven más transmisibles, si causan más serias infecciones, o si logran evadir los efectos de las vacunas” (London Review of Books, 1/7/2021). Bajo tales criterios, unos con más peso que otros, todas las variantes del covid son preocupantes.
En su ensayo, Beale ilustra la gravedad del “crecimiento exponencial” de los virus acudiendo a una historia clásica de la India sobre el arroz y el tablero de ajedrez, que encontré complicada de seguir con mis escasos entendimientos matemáticos. Pero su lección es clara y aplicable a delta: su tasa de reproducción es tan alta como alarmante. En España, los contagios se han multiplicado por tres en dos semanas. Algo similar ocurre en Inglaterra.
El ministro de Salud británico ha reconocido que los casos de covid podrían subir hasta 100.000 diarios en los próximos meses. Sin restricciones legales, se espera que, de todas formas, la gente se autorregule. Cientos de miles de personas tendrán que someterse a períodos de autoaislamiento, una constante en nuestras vidas que tendremos que anticipar en tiempos venideros.
Las buenas noticias en el Reino Unido vienen por cuenta del programa de vacunaciones, donde se han logrado grandes éxitos. El Gobierno aspira a que dos terceras partes de la población adulta hayan recibido sus dos dosis de vacuna para el 19 de julio, cuando planea, además, haber vacunado con una dosis a todos los mayores de 18 años.
Mientras se ha comprobado que una dosis no es suficiente contra delta, la doble vacuna parece ofrecer “adecuada protección”. En cualquier caso, la vacuna parece también efectiva en la reducción de casos letales. Es ello lo que motiva al Gobierno a decir que tenemos que aprender a vivir con el covid, aunque el minsalud advierte que estamos en “terreno desconocido”.
Gracias, precisamente, a los niveles conquistados de inmunización, “la amenaza de covid en el Reino Unido se ha disminuido sustancialmente”, nos dice Beale. Pero en otras partes del mundo, sin logros de vacunación similares, teme la “catástrofe”.
Más de 60.000 aficionados de fútbol se congregaban antier en el estadio de Wembley, donde celebraron el triunfo de Inglaterra sobre Dinamarca. Parecía un anticipo del ‘día de la libertad’. Encantado con el entusiasmo de las muchedumbres sin máscaras en la televisión, recordé mi frustrado café y la cancelación de la cita aquella tarde por los casos de contagios del covid.
Eduardo Posada Carbó