El 7 de agosto, el Ejército Nacional de Colombia cumplió 214 años. Quienes servimos durante décadas en sus filas y hoy hacemos parte de la reserva, siempre por estas calendas, recordamos con inmensa alegría y orgullo patrio la gesta libertadora de quienes sellaron la independencia en la batalla de Boyacá.
Aquel ejército libertador, liderado con arrojo y determinación por Bolívar y Santander (el organizador de la victoria), estaba constituido por venezolanos, neogranadinos y voluntarios europeos, a los que los unía un mismo sentir, un objetivo superior: vencer al enemigo en el campo de combate y liberar de la opresión monárquica europea, a un pueblo que ansiaba tener libertad y crecer como nación; eran las semillas primigenias de la república, del orden, de la soberanía y de todas las virtudes y beneficios de la democracia.
El ejército de Colombia es el mismo de ayer, posee el ADN de aquellos valientes que integraron los batallones y compañías que emprendieron esa gesta grandiosa, la campaña libertadora. Pero hoy es una fuerza que se ha venido transformando, no solo en sus componentes de capacidad, es decir, en su doctrina, su organización, su equipamiento, su personal, su infraestructura, su liderazgo, entrenamiento y educación y en su sostenimiento, sino también en su mentalidad, en su pensamiento.
Este ejército victorioso ha sido el sostén de la democracia colombiana, su columna vertebral, y siempre ha tenido absoluta claridad de su rol, misión y visión. Una fuerza terrestre apegada a la Constitución, a las leyes, a sus principios y valores, a sus tradiciones y cultura militar acendrada; por supuesto, una institución respetuosa del Estado social de derecho, y obediente al poder civil, pues la tradición civilista nos ha caracterizado.
El ejército de Colombia es el mismo de ayer, posee el ADN de aquellos valientes que integraron los batallones y compañías que emprendieron esa gesta grandiosa, la campaña libertadora.
Bolívar dijo que Bogotá era una universidad; Quito, un convento; y Caracas, un cuartel. Y no se equivocaba, pues nuestra patria es un país de leyes, de académicos y eruditos, de gente multiétnica, alegre y trabajadora; un territorio de gran biodiversidad, variados climas y geografía, y lo más importante, un Estado con instituciones aún muy sólidas que hacen de Colombia una democracia estable, con muchos problemas, eso sí, pero viable, y con un futuro esperanzador. Escribió David Bushnell en su libro Colombia. Una nación a pesar de sí misma”: Unos meses después de la victoria de Boyacá, el Congreso de Angostura (hoy Ciudad Bolívar), en el bajo Orinoco, proclamó la unión de todo el territorio que anteriormente conformaba el virreinato de la Nueva Granada, como una nación única con el nombre de República de Colombia.
De una cosa pueden estas seguros los colombianos, su ejército ¡jamás los traicionará, ni defraudará!; pues los soldados nos debemos a la Constitución y a la Patria, no a los partidos políticos, ni a ideologías, ni a modas, y tendencias políticas.
Los militares no somos apolíticos, pero sí apartidistas. Algún día, ojalá no muy lejano, podrán los uniformados en servicio activo ejercer el derecho al sufragio en Colombia, un derecho humano fundamental. Un exsenador amigo, que presentó uno de los proyectos de acto legislativo sobre el voto militar, decía que los militares y policías de Colombia tienen las armas de la República y con ellas pueden quitar vidas, pero no pueden decidir a través del legítimo derecho a votar quien los gobierne. ¡Qué gran paradoja!
¡Felicitaciones a todos los soldados del siempre glorioso Ejército Nacional de Colombia en este nuevo aniversario, a todos sus integrantes, hombres y mujeres! Sigan trabajando incansablemente, con ahínco, profesionalismo y absoluta responsabilidad. ¡Estamos muy orgullosos de ustedes!
Nunca olviden el sacrificio de quienes dieron su vida por otros, honrémoslos siempre, también a los líderes del pasado, a aquellos que han contribuido a la consolidación de un ejército profesional, moderno, culto, interoperable, resiliente y respetuoso de los derechos humanos y el DIH. ¡Una institución preparada para la guerra, pero también educada para mantener la paz! Patria, Honor, Lealtad.
* Vicerrector Campus Universidad Militar Nueva Granada