Nos quedamos sin explicación satisfactoria de la escasez de combustible de avión que llevó a que se cancelaran más de 100 vuelos esta semana. El Gobierno, fiel a su estilo de jamás aceptar responsabilidad por nada, le echó la culpa a una “actividad irregular”. Pues claro que hubo algo irregular: si no, habría habido combustible.
La distribuidora Terpel, por su parte, dice que Ecopetrol no está cumpliendo con el 100 % de los pedidos, que es algo que le puede suceder a cualquier empresa. Pero cuando ocurre, no se inventan excusas para escurrir el bulto, se toman medidas para tapar el hueco, como, en este caso, importar oportunamente el faltante. Si esas medidas no se tomaron a tiempo, significa que la petrolera estatal no está haciendo bien su trabajo. No es más.
Como ciudadanos, estaríamos más dispuestos a darle el beneficio de la duda al Gobierno si asumiera responsabilidades, no mintiera tanto y si este fuera un episodio atípico. Pero no lo es. Los últimos dos años han sido el desfile de la disfunción. Hagamos un repaso no exhaustivo:
Con combustible o sin él, puede que los colombianos pronto viajemos menos, pues una de las cosas que funcionaban en las istraciones anteriores, la emisión de pasaportes, está en vilo por caprichos del Ejecutivo.
Otra tarea básica del Estado, el recaudo de impuestos, se contrajo este año, a pesar de una gravosa reforma tributaria, razón por la cual el presupuesto de la nación está desfinanciado. Para colmo, el día que los contribuyentes tienen que pagar, la página de la Dian colapsa. Y otro fallo en los sistemas de Hacienda hizo que a miles de funcionarios públicos les pagaran dos y tres veces su salario en noviembre pasado. Por cierto: ¿ya recuperaron todo lo que se giró de más?
También se toman medidas irresponsables, como el descuento en el Soat, que, en vez de incrementar la cobertura, aumentó la carga fiscal. Ídem con el congelamiento de peajes, que pagaremos entre todos, injustamente, pues pagarán quienes usan y quienes no usan las vías.
Con combustible o sin él, puede que los colombianos pronto viajemos menos, pues una de las cosas que funcionaban en las istraciones anteriores, la emisión de pasaportes, está en vilo por caprichos del Ejecutivo
La política de vivienda está frenada. Hay desabastecimiento de medicamentos. La plata que les giran a las EPS no alcanza. Las tutelas en la salud aumentaron 42% en los primeros meses del año. Entre tanto, el sector energético advierte que no nos estamos preparando para evitar un racionamiento eléctrico en los próximos años.
Volviendo al ‘jet fuel’, hay una carencia estructural que no se ha resuelto. Al mismo tiempo, por otros motivos, dos de la junta de Ecopetrol renunciaron, poniendo en tela de juicio la independencia del gobierno corporativo de la empresa más grande del país.
A la Vicepresidenta le rebotan los correos como si estuviéramos en 1999. Los Juegos Panamericanos de Barranquilla, llamados a ser el evento deportivo más importante de la historia nacional, se esfumaron porque el Ejecutivo, según la ministra de la época, no hizo un pago a tiempo.
Y en materia de seguridad, finalmente, la Defensoría del Pueblo registra un marcado aumento de la actividad de grupos armados en el país, que asedian a 427 municipios.
Algunas de estas situaciones son horrendas; otras pertenecen al género de la tragicomedia. Tomadas a modo individual, cada una puede parecer un accidente, un descuido, un agravamiento de una condición preexistente o una falta rectificable. Pero consideradas en conjunto indican algo más grave: un Estado en falla sistémica, análogo al paciente al que le comienzan a flaquear varios órganos al tiempo: hígado, corazón, riñones, etc.
Hay un viejo método chino de tortura llamado ‘muerte por mil cortes’. Consiste en infligirle a la víctima cientos de incisiones superficiales o pequeñas mutilaciones. Ninguna de ellas por sí sola mata a la persona. Pero la suma de todas, tarde o temprano, sí.
THIERRY WAYS
En X: @tways