Héroes o villanos: promotores o enemigos del desarrollo.
Estos eran, según Carlos Dávila L. de Guevara, los polos opuestos del péndulo ideológico que identificaba buena parte de las percepciones sobre los empresarios entre los investigadores académicos hasta bien entrada la década de 1980 (El empresariado colombiano. Una perspectiva histórica, 1986).
Sus estudiosos no eran muchos. Desde entonces, sin embargo, el panorama se ha transformado de manera sustantiva, con resultados visibles en el volumen de trabajos y en la variedad de temas, perspectivas y cubrimiento geográfico.
En gran medida, tales avances se deben al Grupo de Investigación Historia y Empresariado (GHE), creado por Enrique Ogliastri en la Facultad de istración de la Universidad de los Andes en 1974, al que Dávila se unió, junto con otros de sus pioneros, Carlos Caballero y Manuel Rodríguez.
Por supuesto que la historia empresarial tenía ya importantes antecedentes.
Al celebrarse los 40 años del GHE, Malcolm Deas hizo un resumen de la literatura anterior, incluyendo el libro clásico de Medardo Rivas, Trabajadores de tierra caliente; los de James Parson y Everett Hagen sobre los antioqueños y la tesis doctoral de Frank Safford sobre comerciantes y empresarios, que hizo fama sin ser publicada. Eran, no obstante, “luces aisladas en una extensa oscuridad” (Boletín Historia y Empresariado, enero de 2015).
Investigadores de otras universidades e instituciones –nacionales y extranjeras, privadas y estatales– contribuyeron a la transformación de la disciplina. Una muestra impresionante de su desarrollo fue la colección compilada por Dávila, Empresas y empresarios en la historia de Colombia, XIX-XX (2002).
Se recogieron allí unos 37 ensayos que abordaban el tema en sus más diversos aspectos: empresarios grandes, medianos y pequeños; algunos de origen elitista, otros “hechos a sí mismos” y “de a pie” (como los arrieros); empresarios en distintos sectores de la economía, presentes en todas las regiones del país; empresarios individuales, en redes familiares, en cooperativas, en gremios sectoriales...
La historia empresarial en Colombia, a la que tanto ha contribuido el GHE en sus 50 años de existencia, tiene aún largo camino por recorrer.
Allí no se agotaba la materia. Tales trabajos abrían nuevos interrogantes que buscaban motivar la curiosidad de los investigadores en un campo relativamente joven.
Pero aquellos esfuerzos sirvieron para revisar estereotipos arraigados que, en el pasado, contribuyeron quizás al desinterés en el tema. Demostraban, por ejemplo, la falsedad del supuesto, como ya Dávila había advertido, de “que la psicología, la cultura y la historia misma de los países latinoamericanos eran opuestas a la actividad empresarial”. Y que era posible, y necesario, estudiar la historial empresarial sin maniqueísmos.
Desde sus comienzos, una característica del GHE fue la de incorporar la historia en una Facultad de istración, que fue de la mano de su apertura intelectual. Comenzaba por rechazar “chauvinismos académicos” y aceptar con modestia que, en momentos de su establecimiento, una buena (si no la mayor) parte de las investigaciones en la materia había sido desarrollada por extranjeros.
La historia empresarial en Colombia no se ha desarrolló de forma aislada. Lo hizo en conversación con historiadores de variados enfoques (socioeconómicos y políticos) y otras disciplinas. Y lo hizo acompañada de un verdadero movimiento continental. Sus aportes pueden apreciarse en el libro que Dávila coeditó con el profesor Rory Miller, Business History in Latin America (1999).
Nuevos momentos, nueva agenda. La historia empresarial en Colombia, a la que tanto ha contribuido el GHE en sus 50 años de existencia, tiene aún largo camino por recorrer.
EDUARDO POSADA CARBÓ