Me parece injusto que culpen exclusivamente al ministro Cristo del sonoro fracaso de la agenda legislativa del Gobierno en el Congreso, pues él recibió casi vacíos los potes de la mermelada multicolor y a duras penas el raspado le alcanzó para gastárselo en elegir a los tres dignatarios en los que el Gobierno tenía interés.
Y para completar, ninguno de los tres, ni el procurador Eljach, ni la defensora Marín, ni el magistrado Polo es de las entrañas del Gobierno, ni un petrista radical y caracterizado al estilo Gustavo Bolívar, Susana Muhamad o María José Pizarro.
No dudo que con mermelada en abundancia y burocracia por distribuir, Cristo, campeón olímpico en esos menesteres, hubiera podido sacar lo que se les hubiera ocurrido en la Casa de Nariño.
Pero no fue así. Por el contrario, desde las mismas comisiones económicas del Congreso que en otras épocas han sido el nido propio de la corrupción y la instancia desde donde se han concretado las más turbias alianzas entre ministros de Hacienda y congresistas, le mostraron los taches al Gobierno quizás acosados por los escándalos de la UNGRD, quizás acorralados por la opinión pública, quizás indignados por los desatinos cotidianos del Gobierno.
Paradójicamente, estas comisiones económicas en las que algunos de sus pueden resultar condenados por corrupción habrán sido las primeras en promover la negativa de una aprobación presupuestal, la caída de una reforma tributaria y las palizas al debilitado exmimistro de Hacienda.
Pero más allá de celebrar la caída de la nueva y delirante tributaria que querían hacer aprobar, lo que cabe promover es un listado de los mejores nombres de todos los partidos para que vayan al Congreso en el 2026.
En resumen. Aplausos para la independencia de poderes. Reconocimiento al Congreso que no se arrodilló. Pero nos salvamos de milagro. De no haber sido por la inédita confluencia de factores que sorpresivamente se concretó y si no hubiera estallado el escándalo de los carrotanques, porque se les fue la mano y se creyeron intocables, habríamos repetido la historia de dañinas reformas pupitreadas en sinfonías de corrupción.
Y no son conjeturas. Así empezó el gobierno del cambio desde una campaña cabalgando a lomo de políticos muy cuestionados, tapándose las narices para ganar una elección.
Y tampoco fue virtud del Gobierno arrepentido que de pronto en un súbito arranque hubiera decidido apostarle a la independencia de poderes. Fue el resultado de una galería de errores, tan graves, que por primera vez en décadas dejaron al país sin presupuesto.
Aplausos para la independencia de poderes. Reconocimiento al Congreso que no se arrodilló. Pero nos salvamos de milagro
Lo que quiero decir es que no hay mucho de lo cual alegrarse ante esta escasez de mermelada. El sistema sigue podrido.
Y este es el mensaje. En un país tan presidencialista no podemos seguir abandonando de los reflectores de opinión pública la elección de Congreso.
Todos muy preocupados por la elección presidencial y muy desentendidos de la conformación del próximo Congreso.
Entre decenas de buenos colombianos que aspiran a la Presidencia sin ninguna opción real, habría un gran contingente de magníficos congresistas que le prestarían un gran servicio al país. En serio. Y algunos de ellos deberían ir a la Cámara, no solo al Senado. Es necesario.
Así, lo que debe articularse para el 2026, más allá de individualidades mesiánicas, es un potente equipo en el que uno de los vaya a la presidencia, otro a la vicepresidencia, unas 3 o 4 decenas a ministerios y viceministerios, y más de 100 personas al Congreso que no se pueden seguir dejando al azar o a los vaivenes de la política territorial y que logre hacer mayorías en el próximo Congreso para blindarlo de todas las mermeladas.
Ese equipo debe ser capaz de interpretar el alma colombiana, clavarse en su corazón, articular soluciones, ganar la elección, gobernar bien y refrendar en el 2030 las mayorías para asegurar la consolidación de la recuperación nacional.
Si en la selección Colombia todos quisieran ponerse la 10, perderíamos todos los partidos por goleada.
JUAN LOZANO