Mientras se debate si los últimos 50 años de movilización internacional por lo ambiental han sido un fracaso o un acierto, la juventud nos ofrece esperanza y un compromiso inalienable con la naturaleza y el ambiente. Estocolmo +50 tuvo la participación activa de jóvenes de 57 países, incluido Colombia, quienes presentaron sus preocupaciones e hicieron un llamado urgente a la protección ambiental. Su participación deja tres lecciones principales.
Primero, el diálogo intergeneracional entre jóvenes y líderes globales enriquece el debate ambiental, pues se incluye una perspectiva de futuro más allá de las crisis inmediatas. A finales de 2021 vimos la enorme movilización de los jóvenes en Glasgow en el marco de la reunión sobre cambio climático COP26. En esta ocasión, el Grupo de Trabajo Juvenil Estocolmo +50 elaboró un documento de política pública que hace un llamado a la acción climática a los gobiernos del mundo. Entre otros aspectos urgen a los gobiernos a alinear los fondos financieros destinados a la recuperación pospandemia con inversiones bajas en carbono y empleos verdes, así como la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles que promuevan la agricultura regenerativa y fortalezca la biodiversidad.
Segundo, la participación del liderazgo juvenil debe partir del diálogo, pero tiene más impacto cuando se concreta en los procesos de formulación de política pública. En la declaración final de Estocolmo +50 firmada por los gobiernos participantes, se formuló una recomendación especial sobre la responsabilidad intergeneracional. En esta se subraya la importancia de fortalecer la participación de los jóvenes en los procesos de toma de decisiones en el sector ambiental. La diversidad de voces que ahora participan en estos eventos internacionales debe conllevar a acciones concretas en contextos específicos que promuevan los cambios y transformaciones que se necesitan para afrontar la crisis ambiental.
El llamado a la protección del ambiente que está haciendo la juventud va de la mano con el llamado urgente a proteger la vida de los defensores del ambiente en nuestro país.
Tercero, es clave llevar todas las recomendaciones de participación juvenil a la acción en el corto plazo. En el documento de política presentado por Grupo de Trabajo Juvenil se manifestaron diciendo: “es momento de ir más allá de palabras vacías y de las promesas rotas”. No podrían los jóvenes tener más razón, pues llevamos 50 de compromisos de protección ambiental que se han cumplido a medias. Colombia ha avanzado en la apertura de espacios de liderazgo juvenil, pero faltan más acciones concretas en la política pública ambiental que incluya a los jóvenes.
El llamado a la protección del ambiente que está haciendo la juventud va de la mano con el llamado urgente a proteger la vida de los defensores del ambiente en nuestro país. No olvidemos, entre muchos otros eventos deplorables, que a comienzos de este año asesinaron a Breiner David, un niño indígena ambientalista del Cauca, y que a Francisco Vera, el niño ambientalista, lo amenazaron de muerte el año pasado. Las redes nacionales e internacionales que se vienen construyendo entre grupos de jóvenes, y el trabajo colectivo que están adelantando, constituyen una protección importante para quienes defienden el ambiente y el territorio. Apoyar el fortalecimiento de esas redes contribuye a la consolidación de espacios seguros para los defensores ambientales.
Aunque muchos vieron un panorama gris para las problemáticas ambientales en Estocolmo+50, los jóvenes volvieron a brillar por su compromiso. Es nuestra responsabilidad como sociedad rodear, proteger y seguir escuchando la voz de las nuevas generaciones.
FELIPE ROA-CLAVIJO Ph. D.
Profesor de la Escuela de Gobierno, Universidad de Los Andes