Acabo de terminar, con lágrimas en los ojos, ‘El libro del duelo’, de Ricardo Silva Romero. No fueron pocas las veces que esta novela me hizo llorar. Al fin y al cabo, anuncia desde el título que será un trago amargo. Lo es.
Se lee como una novela de ficción, pero lamentablemente no lo es. Es –como el dicho– la triste realidad. Y uno queda enganchado desde el principio: desde ese principio cruel que es, al mismo tiempo, el punto culminante de la historia, porque Silva Romero juega con el tiempo y lo organiza en función del suspenso. Sí, desde el comienzo el lector sabe que esta es la historia de un soldado asesinado por no haber cumplido la orden de sumar otro par de nombres al ignominioso listado de los falsos positivos que se cometieron en Colombia en la primera década de este siglo.
Y decía que se lee como una novela, que uno devora páginas, que el suspenso lo atrapa y que, a pesar de que uno sabe hacia dónde va la historia, quiere conocer cada detalle, quiere enterarse de los muchos obstáculos que debió enfrentar un padre para reivindicar el nombre de su hijo –el soldado Carvajal–, de pueblo en pueblo, hasta instalarse muy cerca del centro del poder y gritar la injusticia y el dolor. Porque, más allá de la historia del soldado, esta es la historia del duelo de su familia, y en especial de su padre. Se lee como una novela, ¡insisto!, pero también es –y sobre todo– un fragmento de la triste historia de este país, un capítulo que nos llena de dolor y de vergüenza, y que tal vez quisiéramos saltar y pasar por alto, precisamente para evitar ese dolor y esa vergüenza, pero que es importante enfrentar, conocer, reconocer, debatir.
‘El libro del duelo’ nos permite acercarnos a esas páginas desgarradoras de nuestra historia reciente desde el arte. Y esa es, por cierto, una de las maravillas del arte: su posibilidad de presentarle al público episodios dolorosos con gracia, de manera que, por ejemplo, uno pueda leer la historia como si fuera una novela.
Ricardo Silva lo logra, y hay que decir que, además de talento, su novela sobre el duelo de la familia Carvajal es una demostración de valentía. Como suelen serlo sus columnas de prensa. No cualquiera se le mide a acercarse al tenebroso caso de los falsos positivos. No cualquiera tiene la habilidad para convertir en arte la muerte, el dolor, la injusticia, el duelo.
FERNANDO QUIROZ