La próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre Financiación para el Desarrollo tendrá lugar en Sevilla (España) a mediados de 2025. Será la continuación de la importante secuencia que se inició en Monterrey en 2002 y continuó en Doha en 2008 y Adís Abeba en 2015. El proceso preparatorio está en marcha e incluye el ‘Documento de elementos’, que hicieron público los embajadores que lideran las negociaciones, y las propuestas del grupo de expertos que tengo el honor de coordinar.
El tema más crítico es la renegociación de las excesivas deudas soberanas que afectan a un tercio de los países en desarrollo, pero también del elevado nivel de obligaciones de muchos otros, debido a las altas tasas de interés que han caracterizado al mundo en los últimos años. Esta situación exige diseñar un instrumento adecuado de renegociación de las deudas al cual puedan tener todos los países en desarrollo que lo necesiten.
Un segundo tema esencial es la financiación de la sostenibilidad ambiental. Las recientes conferencias sobre cambio climático y biodiversidad adoptaron acuerdos que se consideran insuficientes para proporcionar financiación adecuada a los países en desarrollo. Este déficit es preocupante porque el mundo ha alcanzado en 2024, por primera vez, el límite de calentamiento de 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales y sigue experimentando pérdidas masivas de especies vegetales y animales y frecuentes desastres naturales.
El aumento de la financiación del desarrollo es también un objetivo importante, dada la enorme brecha financiera para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que se estiman en unos 4 billones de dólares. Esto requiere tanto mayor asistencia oficial para el desarrollo como un aumento significativo de la financiación por parte de los bancos multilaterales de desarrollo. Uno de los objetivos debe ser apoyar la inversión del sector privado en actividades productivas respetuosas del medioambiente.
También es esencial fortalecer la cooperación tributaria internacional, para evitar el traslado de las utilidades de las empresas multinacionales a paraísos fiscales y para garantizar el pago de impuestos adecuados por parte de los más ricos del mundo. En ambas áreas, el objetivo principal debe ser promover una buena convención tributaria de la ONU, siguiendo los términos de referencia aprobados por los Estados el pasado mes de agosto.
El aumento de la financiación del desarrollo es también un objetivo importante, dada la enorme brecha financiera para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas
En el sistema monetario internacional, además de la mejora continua de las facilidades crediticias existentes, se deben hacer emisiones frecuentes de los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional. A pesar de representar un monto sustancial de recursos, de cerca de 900.000 millones de dólares, son sustancialmente subutilizados. Podrían canalizarse hacia diversos fondos, incluidos los que se creen en los bancos multilaterales de desarrollo para financiar objetivos de desarrollo sostenible.
La regulación financiera internacional debe fortalecerse en dos casos importantes: los activos financieros (monedas) digitales y los mercados de futuros de materias primas. En el ámbito de la inversión privada, es esencial revisar los acuerdos de protección existentes para evitar demandas contra las disposiciones nacionales que protegen normas sociales y ambientales.
Por último, varias reformas institucionales deben ser parte de la agenda. La primera es lograr el viejo objetivo de fortalecer la “voz y participación” de los países en desarrollo en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La segunda es crear instituciones adecuadas, idealmente dentro de las Naciones Unidas, para gestionar la cooperación tributaria internacional y las renegociaciones de deudas soberanas. La tercera es fortalecer la red de instituciones regionales en todas las áreas de la cooperación financiera internacional, siguiendo el modelo de los bancos multilaterales de desarrollo.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO