Colombia está cambiando políticamente. No hay duda. Las elecciones de alcaldes y gobernadores del pasado 27 de octubre señalan un giro en la política local y regional que podrá tener un impacto en las elecciones presidenciales y para congreso en 2022.
El nombramiento de los alcaldes de Medellín, Daniel Quintero; de Bogotá, Claudia López, y de Cali, Iván Ospina, estos dos últimos por el Partido Alianza Verde, hace pensar que algo está pasando en ‘Dinamarca’.
La característica general de los tres alcaldes es que fueron elegidos por fuera de los partidos tradicionales, ya casi desaparecidos o fusionados con otros, o partidos de derecha como el Centro Democrático, el partido de gobierno. Una derrota, por donde se le mire (
semana.com).
En el caso de Medellín, Quintero pasó de tener
2.180 votos en 2007 para concejal de la ciudad por el Partido Conservador —intento frustrado—, a tener 303.420 (38,56 %) votos como candidato independiente, logrando ser el alcalde más votado en la historia de la ciudad. Si hubiera puesto esos 2.180 votos (pesos) en un banco, ni en 12 años hubiera doblado el capital. Así de meteórica ha sido su carrera, doblando su votación cerca de 150 veces.
Por otro lado, dado que las encuestas previas daban a Quintero como seguro contendiente del candidato Alfredo Ramos (CD-uribista), el senador Uribe salió a descalificarlo, diciendo que era el candidato en la sombra de Gustavo Petro y que representaba el peligro de un proyecto fallido, el castro-chavismo. En las calles medellinenses aparecieron pasacalles con la figura de Quintero acompañada con la de Petro.
A pesar de esto, y otras formas de propaganda negra, Quintero logró vencerlos a todos. No solo venció a Uribe, sino que también venció al candidato del actual alcalde, Federico Gutiérrez, es decir, a Santiago Gómez (12,09 %); e igual derrota le infligió a los candidatos afiliados a Sergio Fajardo, Beatriz Rave (1,81 %) y Juan David Valderrama (2,88 %), que tuvieron un desempeño vergonzoso, inexplicable, después de un largo periodo de gobierno del fajardismo en Medellín y Antioquia, entre 2003 y 2016. Incluso, Quintero estuvo a punto de superar por casi 100.000 votos la votación en 2003 de Fajardo, con 208.541 votos.
Por otro lado, Quintero se constituye en el alcalde más popular que haya tenido Medellín en mucho tiempo, por sus orígenes sociales, que viniendo desde abajo, nacido y criado en un barrio de clase media, educado en universidades públicas (Udea), ha logrado por su inteligencia y tenacidad vencer los obstáculos casi insalvables para la mayoría de las personas como él. Su
vida laboral va desde la mensajería hasta la del emprendedor schumpeteriano innovador en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (
Intrasoft), e incluso un viceministerio en las tecnologías de las TIC, en el gobierno de J. M. Santos, entre otros.
Su vida política partidista va desde el conservatismo hasta el liberalismo, pasando por su propios ‘emprendimientos’ partidistas, como el Partido del Tomate, de corta vida pero de impacto mediático. En las últimas votaciones presidenciales, después de acompañar como gerente de la campaña presidencial a Humberto de la Calle, en la segunda vuelta prefirió votar por Petro y no por el candidato uribista Duque.
¿Cómo interpretan esta situación los analistas?
Luis Guillermo Vélez, profesor de Eafit, escribía ante la posibilidad de un triunfo de Quintero: “¡Ojo con la alcaldía de Medellín!”.
El alcalde de Medellín (1988-1990), gobernador de Antioquia (1992-1994) —entre otros cargos— y accionista de
El Colombiano Juan Gómez Martínez confirma las sospechas de Vélez: “En fin, la juventud llevó a las alcaldías de Bogotá, de Medellín y de Cali a unos representantes de esa política (la izquierda) que ha significado la ruina de los países más ricos de este continente”.
Igualmente, el columnista
Saúl Hernández opina que Gustavo Petro es el ganador absoluto de las elecciones de 2019: “¿Por qué? Porque triunfó en Bogotá con su candidata Claudia López y en Medellín con su candidato Daniel Quintero Calle (…), si cayó Medellín, caerá el país en 2022 (…). Estamos advertidos”.
Desde la otra calzada,
Emir Sader, sociólogo brasileño, coincide con los anteriores análisis, pero la conclusión es optimista para la izquierda latinoamericana: “En Colombia, las elecciones municipales representan una dura derrota para el actual presidente, Iván Duque, representante del uribismo (…), empezando por Bogotá y Medellín, proyectando derrota en las próximas elecciones presidenciales en favor de Petro”.
Sin embargo, para quienes vivimos de cerca el fenómeno colombiano, ambas conclusiones, de derecha y de izquierda, son exageradas. Mientras unos quieren manipular el miedo (
Chomsky), Sader piensa con el deseo.
En el caso de Medellín hay al frente de la alcaldía un hombre joven, inteligente y capaz que tiene un programa serio para Medellín: primero que todo, estabilizar y garantizar la terminación del proyecto Hidroituango de EPM; segundo, convertir a Medellín en un ‘valle del software, como una opción de emprendimientos y de empleos, y tercero, articular los currículos académicos a las nuevas realidades tecnológicas, al mismo tiempo que se garantice cobertura educativa universal a todos los jóvenes que quieran estudiar, incluida la educación universitaria.
El pudín se prueba comiendo, el resto son especulaciones.
GUILLERMO MAYA