Cultura, definición de la Real Academia de la Lengua: "Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico".
Hoy me aparto de aquella de la que he comentado en estos años y entro a otro contexto, como es nuestra conducta y nuestro proceder como ciudadanos que convivimos y disfrutamos de la ciudad. Me refiero a lo cotidiano y la manera como nos comportamos. Si bien habíamos comentado sobre el respeto a lo ajeno, a esto le sumo lo que se ha vuelto nuestra manera de transportarnos a los diferentes destinos.
Los centros urbanos nos exigen, tanto a conductores como a peatones, llevar la paciencia al límite. Los factores que inciden en la movilidad diaria son muchos: la infraestructura, la tecnología, la falta de respeto, de educación, de las autoridades, en fin, la falta de cultura ciudadana, todo sumado al desconocimiento de las leyes.
Son varios los problemas que hay que resolver. El destiempo en los semáforos, la gente parquea debajo de las señales donde dice no parquear y donde quieran, sin importarles el malestar que producen. Veo que la autoridad pasa por el frente, haciendo caso omiso a la infracción. Y algo que me llama la atención es que cuando se puede circular más rápido, aparecen a poner comparendos, pues no se puede ir a más de 30 km/h. Cabe recordar que en Bogotá la velocidad promedio no es superior a los 20 kilómetros por hora.
De acuerdo con los datos de una firma especializada, los s de carro en la capital colombiana pierden 119 horas al año en trancones. ¡Y las autoridades los multan cuando van a 31 kilómetros por hora! Una parte del problema tiene que ver con tecnología y gestión del tráfico. Las principales calles de Bogotá diariamente están congestionadas, y hay estudios que dicen que solo el 25 % de ellas se usan, mientras un 75 % que permanecen vacías; muchas no nos llevan a ningún destino y son laberintos que hacen más tortuoso el andar. En muchas partes vemos gente en contravía, bicicletas por los andenes, motocicletas de manera hasta homicida, cortando camino por parques y sardineles, desconociendo el color de las señales de tránsito, sintiéndose astutos al evitar el trancón.
La tecnología, que ya existe, debe desempeñar un papel clave y es fundamental que las autoridades estén atentas cumpliendo su labor reguladora.
A esto hay que sumarle la falta de sincronización de los semáforos que terminan siendo ineficientes, básicamente porque no se tiene en cuenta el volumen de vehículos. Muchos recordarán la llamada ola verde, en donde los semáforos iban cambiando de manera tal que hacía que el tráfico se moviera en forma constante y fluida. No puedo dejar de comentar los arreglos de vías, de aguas, de energía en horas de alto flujo vehicular. Y qué decir de los camiones proveedores de supermercados, que se estacionan en donde les convenga. Me pregunto si no sería mejor adelantarlos estos trabajos en horas valle, o durante la noche.
Antier, un noticiero hablaba de que iniciarían el cobro a comparendos no pagados por velocidad. ¿Cuál? Mientras que mal parqueados, contravías, atrevidos kamikazes no reciben ninguna multa. ¡No podemos seguir así, con tanto irrespeto, con tanta agresividad y con tanto… solo importo yo!
Ruego para que una obra tan importante como el metro (espero reciba el respeto como el que nos ejemplariza el de Medellín) llegue pronto a feliz término para que paulatinamente podamos ir hacia una cultura de movilidad como la que se ve en las grandes ciudades del mundo: todos usando el transporte público, que resulta la forma más eficiente de moverse.
La movilidad urbana requiere soluciones integrales. La tecnología, que ya existe, debe desempeñar un papel clave y es fundamental que las autoridades estén atentas cumpliendo su labor reguladora y no distraídos con su celular.
Tenemos que pasar de una incultura en la movilidad a una cultura del respeto y de la eficiencia en el manejo del tránsito en la capital.