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‘Yo soy así…’: Jorge Enrique Abello le replica a Florence Thomas

Te invito, Florence, a que veas completa 'Yo soy Betty, la fea'. No siempre la parte es el todo.

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Hace algunos días, en su columna de opinión del diario El Tiempo, Florence Thomas escribió una diatriba contra el éxito mundial de Yo soy Betty, la fea y pidió retirarla de las plataformas en las que se transmite, porque lo que muestra es inisible en nuestro mundo actual. Florence narró sorprendida que en un corto vistazo a algunas de las escenas en Netflix que escogió al azar solo encontró “estereotipos de género caducos”, que a la luz de hoy son “aberrantes” y van contra los valores “universales de la modernidad”.
Algunos buenos amigos me enviaron el artículo para saber mi opinión y ya que Fernando no está aquí para que lo discutamos, me voy a tomar el atrevimiento de dar mi opinión de manera pública y disentir de Florence.
Para esto quisiera aclarar mi posición: Soy feminista, avalo la equidad de género y la igualdad de todos los seres humanos que habitan esta tierra.
Aclarado esto, permítanme pues analizar el método de Florence. Ver escenas al azar de una trama de más de 300 capítulos no es buena idea, puede uno quedar con vacíos, imagine usted que solo ve los dos primeros actos de La lista de Schindler y la deja a la mitad, lo más seguro es que usted se quede con la idea que la película de Spielberg es una oda al nazismo y su protagonista es un oportunista nazi, cuando es todo lo contrario. Fernando, como los grandes escritores, tejió una trama de largo aliento cuyo vehículo era una gran estafa, a Fernando le obsesionaba la corrupción en la empresa privada, como también nos lo dejó ver en Café con aroma de mujer.
Rompió, además, el estereotipo de protagonista bella que prevalecía desde las radionovelas cubanas de los 50 y el del príncipe azul que la ayuda a ascender socialmente a través del amor puro, generando una mutación única en el género, donde la mujer ya no necesita un macho para ascender socialmente y el príncipe es un hombre sin escrúpulos que debe cambiar sus valores machistas y excluyentes para lograr el amor en su vida y ascender en la escala de lo humano. Los dos lo hacen a través de procesos dolorosos de autorreflexión y bajando hasta el infierno de sus creencias limitantes para lograrlo. Esto sí que dejó una marca social en todos nosotros, ya que rompió la tradición del melodrama desde Flaubert hasta acá, para abrirle paso a una versión distinta del amor conveniente, inalcanzable e ideal que hasta ahora habíamos experimentado como sociedad. Si me lo permites, Florence, refundar la idea del amor en la telenovela latinoamericana sí que es una bandera libertadora para luchar contra la inequidad de género.
Ahora bien, para lograr que esto funcionara y contar una historia, no una anécdota, sino una historia de verdad, Fernando se centró en el conflicto, como lo hacen los verdaderos dramaturgos y este conflicto era la historia de amor de “dos imposibles”, de “dos orillas” que jamás podrían juntarse, de dos “extremos,” atravesados por la exclusión, el machismo, el clasismo, la homofobia y el sectarismo y para que todos lo pudiéramos digerir sin rabia, creó junto con Mario Rivero el maravilloso director de Betty, un discurso basado en el humor, ficha clave de este rompecabezas que quieres que saquen del aire. Ese humor que representa lo que somos como colombianos, equivocados o no, fue lo que le dio la vuelta al mundo y lo que sigue permitiendo que miles de espectadores se sientan identificados con Betty hoy en día, ya que todos alguna vez nos hemos sentido excluidos en esta vida y eso sí que es universal, y sigue siendo una constante en nuestra modernidad. Invalidar nuestra realidad y meterla en un baúl como si nunca hubiera existido es el peor error que podemos cometer como sociedad. Pienso que insistir en ver la realidad a través del monóculo de la ideología nos impide ver la verdad y la verdad tiene muchos colores y acentos.
Fernando propuso hace 20 años una conversación que sigue vigente y lo hizo a través del conflicto. ¿Cómo más? ¿Creando un paraíso de lo “políticamente correcto”? Eso sí me parecería falso, no se cuentan historias de lo que se normalizó, sino de la aventura que se emprendió para lograrlo (peripecia) y como sociedad nos falta mucho para que esta conversación planteada hace 20 años por mi querido Fernando quede bien zanjada. Por lo que te invito, Florence, en nombre de todos los derechos de la mujer que son violados en nuestro país y Latinoamérica entera todos los días en esta “modernidad”, a que veas completa Yo soy Betty, la fea y descubras cómo una mujer del común, excluida por su belleza, remontó sus errores y a partir de sus valores rompió las barreras de una sociedad que le impedía triunfar para convertirse en un ícono de millones de mujeres en el mundo entero, porque, Florence, no siempre la parte es el todo.
Jorge Enrique Abello
(Lea también la columna de Florence Thomas)

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