Respiro más tranquilo. Lo ocurrido el domingo demuestra que en este país hay esperanzas y que la ciudadanía, particularmente en las grandes ciudades, manda poderosos mensajes orientados a enderezar el rumbo de la nación y de los grandes temas sobre los cuales se ocupa el Gobierno Nacional.
Y es que con su particular manera de gobernar, el Presidente de la República terminó por convertir estas elecciones en un pulso de aprobación y desaprobación sobre sus reformas y sobre sus tareas de gobierno, de tal manera que cada voto por los candidatos a las alcaldías y gobernaciones, particularmente en las grandes ciudades y en los departamentos más poblados, contenía un doble mensaje: por una parte, elegir un mandatario fuerte con capacidad de gestión, y por otra, advertir la oposición a los candidatos del Pacto Histórico.
Por esa razón resultan tan elocuentes las victorias de Carlos Fernando Galán en primera vuelta en Bogotá, Fico Gutiérrez en Medellín en llave con Andrés Julián Rendón en la Gobernación de Antioquia, Alejandro Eder en Cali, Álex Char en llave con Eduardo Verano en la Gobernación del Atlántico, Jaime Andrés Beltrán en Bucaramanga, el general Juvenal Díaz Mateus en Santander, Alexánder Baquero en Villavicencio; Rafaela Cortés, enarbolando las banderas de su esposo fallecido, Felipe Carreño, en el Meta, para citar solo algunos ejemplos.
Y en la orilla de las derrotas son igualmente significativos los castigos a la izquierda en ciudades como Cali, Medellín, Villavicencio, Manizales, Popayán, Cartagena y, claro está, Bogotá.
Si su resultado se compara con la elección presidencial, es una catástrofe para el petrismo. Si se compara con las pasadas territoriales, el Pacto Histórico avanzó.
* * * *
La magnitud de lo anterior, sin embargo, no debe llevar a lecturas extremas. Se equivocan quienes dicen que “el Pacto quedó muerto”. Ningún muerto. Dicen sus militantes que sacó 70 alcaldes, varias decenas de concejales, 2 gobernadores directos y otros 4 en su misma esfera de coalición y tienen, cómo no, la máxima instancia de poder en Colombia, que es la Presidencia de la República.
Si su resultado se compara con la elección presidencial, es una catástrofe para el petrismo. Perdieron mayorías y millones de votos. Si se compara con las pasadas territoriales, el Pacto Histórico avanzó. No mucho, pero avanzó.
Así las cosas, los elegidos deben tener claro que la campaña terminó, ahora ya no se deben solo a sus electores sino a toda la ciudadanía y si quieren tener éxito no pueden cometer los mismos errores que está cometiendo el Gobierno Nacional.
Quiero decir, se requiere más acción y menos arengas, más unión y menos polarización, más humildad y menos soberbia, más inversión productiva y menos populismo, más inversión social y menos lucha de clases, más seguridad real y menos premios a los criminales.
Lo anterior es especialmente importante, sobre todo si se tiene en cuenta que este balance electoral debe, necesariamente, incluir otras dos categorías: la de aquellos lugares donde los violentos y criminales de todo tipo impusieron sus candidatos a sangre, miedo, desplazamiento y plomo, por una parte, y la de aquellas zonas donde triunfaron poderosas mafias políticas que han convertido desde hace muchos años el Estado en su botín. Ellos no incurren en gastos de campaña, sino que invierten en operaciones de saqueo criminal.
* * * *
Aunque no todo sea color de rosa, la jornada de ayer es un tanque de oxígeno para Colombia. Ahora les corresponde a los electos rodearse de gente competente, patriótica y honrada, gobernar con personas que conozcan de los asuntos a su cargo, archivar para siempre el retrovisor que paraliza y alimenta odios, mirar para adelante con ilusión y convocar a toda la ciudadanía en procura de propósitos comunes, equidad, seguridad, prosperidad y bienestar.
Es hora de unión. Es hora de reconstruir lo destruido. Y siempre será la hora de cumplirles a los ciudadanos que votaron por sus nuevos mandatarios confiando en que trabajarán sin descanso para procurar una vida mejor para todos.
JUAN LOZANO