Algunos psicólogos y científicos del comportamiento han acuñado el término ‘generación de cristal’ para referirse a los adolescentes y jóvenes nacidos después del año 2000. Esta expresión ha tomado fuerza en el universo de las redes sociales y poco a poco se ha convertido en la manera para hacer referencia a aquellos jóvenes que, como el cristal, parecen duros pero son frágiles, poco aceptan las críticas y tienen una baja tolerancia a la frustración. En pocas palabras, se quiebran con facilidad.
Según investigadores del tema, este tipo de comportamiento se da como resultado de una particular mezcla propia de nuestro tiempo: las redes sociales, la sobreexposición a la que estas llevan, la constante necesidad de reconocimiento y unos padres de familia para quienes el castigo nunca fue una opción de crianza.
Hay quienes ven en la generación de cristal el primer paso para la configuración de un nuevo paradigma de la humanidad, con hombres y mujeres que no temen a expresar sus sentimientos, sus preocupaciones y sus temores. Pero también hay otros que ven en esta nueva generación a jóvenes sin carácter, malcriados y sobreprotegidos.
Tal vez haya un poco de ambas. Sin embargo, ese será asunto para que sociólogos, psicólogos y pedagogos determinen con el paso de los años, entre tanto les propongo que hablemos de este gobierno. El gobierno Petro. El gobierno de cristal.
Estamos en manos de un gobierno y una bancada de gobierno que actúan como si pertenecieran a la generación de cristal. Cualquier crítica o comentario es visto como un ataque.
No hay duda de que la llegada de Gustavo Petro a la presidencia marcó un hito en la historia del país. No en vano el pasado fin de semana los dos principales diarios del país coronaron al presidente como el personaje del año, ¿pero qué podemos decir de su estilo de gobierno? Y no me refiero al estilo Petro, sino al estilo del gobierno Petro.
Estamos en manos de un gobierno y una bancada de gobierno que actúan como si pertenecieran a la generación de cristal. Cualquier crítica o comentario es visto como un ataque. No se aceptan sino aplausos. Y la respuesta a muchas interrogantes que los colombianos tenemos sobre asuntos que son de vital importancia muchas veces termina en una pataleta o agresión hacia quien hace la pregunta, en vez de ofrecer las respuestas necesarias.
En el gobierno de cristal está mal cuestionar a un funcionario, y hacerlo acarrea ataques en redes sociales, señalamientos desde los atriles presidenciales y hasta eternos silencios ministeriales.
¿Dónde está la directora del ICBF, doña Concha Baracaldo, ante la crisis humanitaria con los menores en La Guajira? Su silencio ante los medios de comunicación habla de su propia incapacidad. De su poca habilidad para hacer frente no solo a lo que el mismo presidente llama “fracaso”, sino a las críticas que desde antes de su posesión han llovido por su poca experiencia en protección a la niñez.
¿Dónde está el ministro de Defensa en medio de la ofensiva que grupos ilegales han hecho sentir en zonas como Putumayo o Cauca? El silencio del ministro Velásquez inquieta y siembra la semilla de la incertidumbre. Pero si uno alza la voz para llamar la atención sobre el tema el del problema es uno por criticar a un gobierno intocable.
La ministra de Salud se molesta si uno cuestiona sus afirmaciones contra el sistema de salud. La ministra del Deporte se molesta si uno habla de cacería de brujas dentro de la cartera. El presidente no se cansa de culpar a los medios de las malas noticias.
Al gobierno de cristal no se le puede decir nada. Son dueños de la única verdad o víctimas de la realidad, como los adolescentes de hoy. Eso sí, con una pequeña diferencia: este es un gobierno de adultos.
#PreguntaSuelta: ¿hasta cuándo va a durar la interinidad en RTVC?
JUAN PABLO CALVÁS