Cada gobierno marca su agenda y cada gobierno le da prioridad a aquello por lo que necesita y se comprometió a trabajar. Esa lógica funciona en un mundo ideal en donde las riendas del país están únicamente en manos del gobierno de turno y no del vaivén de la convulsa y abrumadora realidad que nos toca vivir aquí en Colombia.
Supongo que el día a día de cualquier presidente, este o el anterior o el tras anterior, debe estar marcado por el uso de aquella frase que dice que “lo urgente no deja tiempo para lo importante” y por eso terminamos viendo gobiernos de reacción más que de acción.
Siguen las masacres. El Gobierno tiene que ofrecer solución a ese tema. Atentan contra la vida de los policías. El Gobierno tiene que ofrecer solución a ese tema. Sigue subiendo la inflación. El Gobierno tiene que ofrecer solución a ese tema. Cada día llega con algo sumamente urgente que no da tiempo para que se resuelvan los asuntos que deberían ser prioritarios dentro de una agenda de desarrollo social y es precisamente en ese punto en el que me quiero detener.
Mañana se cumple el primer mes de gobierno de Gustavo Petro. Sin duda, es muy poco tiempo para juzgar las acciones de un mandatario, pero sí puede servir de termómetro para ver las prioridades que se les ha dado a ciertos temas, por ejemplo el de la niñez.
A la hora en que envío este artículo a EL TIEMPO, 30 días después de la multitudinaria y popular ceremonia de posesión de Petro, no se ha designado nuevo director o directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Para muchos, este puede ser un cargo rio o tal vez algo que pueda esperar unas semanas más en vacancia; sin embargo, el tema no es menos, pues por el presupuesto que maneja y por el tamaño mismo de la entidad, el ICBF tiene rango ministerial y, por ende, debería dársele la importancia que merece.
El ICBF, al ser garante de los derechos de los niños, no debería estar siendo hoy tratado como si fuera una entidad gris y sin valor para la sociedad.
Además, no es desdeñable la labor que en toda Colombia desarrolla el Instituto. Aquí hablamos de programas de protección a la primera infancia, ejecuta programas de nutrición para niños y adolescentes, garantiza los derechos de los menores en casos de vulneración de los mismos, además de desarrollar un sinnúmero de acciones enfocadas hacia la atención en salud y educación desde la primera infancia y hasta la adolescencia en familias vulnerables, enfocándose en asegurar un crecimiento digno a quienes por su situación socioeconómica ven esto como un imposible.
En pocas palabras, el ICBF, al ser garante de los derechos de los niños, no debería estar siendo hoy tratado como si fuera una entidad gris y sin valor para la sociedad, aunque las señales indican que el nuevo gobierno pareciera no darle la importancia que merece.
Vuelvo al comienzo: seguro es que lo urgente no da tiempo para lo importante. En esa medida, no discuto que trabajar por sacar adelante y con presteza la “paz total” es un objetivo que todos soñamos. Sin embargo, para conseguir la dichosa paz, ¿no se necesita que la población más vulnerable sea vista como una prioridad?
Tal vez esté equivocado y lo que viene es el nombramiento del mejor director que en toda su historia haya tenido el Bienestar Familiar y no el de un gris político, amigo o familiar o recomendado de alguien. Tal vez esté equivocado. Pero por lo pronto garantizo que quienes observamos lo que ocurre desde esta tribuna vemos que con eL ICBF está pasando lo mismo que con el Ministerio de las TIC: poca prioridad y mucho cálculo político.
Y si no me creen, pregúntenles a los líderes de ese otro sector. Tardar un mes en nombrar ministra denota que el tema no es ni urgente ni importante.
#PreguntaSuelta: ¿Dónde vive la alcaldesa Claudia López?
JUAN PABLO CALVÁS