En una prueba más de la forma como –por fortuna– la separación de los poderes públicos sigue operando, el Consejo de Estado le ordenó al presidente Gustavo Petro rectificar y pedir disculpas por su irresponsable frase según la cual miles de personas que gritan “fuera Petro” en los partidos de la selección Colombia y en otros eventos de multitudes son “asesinos”.
Luego, el mandatario trató de explicar que no había dicho eso, pero la frase no dejaba dudas. A mediados de agosto, en uno de esos desvaríos típicos de cuando discursea, afirmó que “son los asesinos los mismos que gritan fuera Petro”. En un fallo de tutela, el Consejo de Estado resolvió “amparar los derechos fundamentales a la libertad de expresión, a la protesta, a la participación política y a la oposición, de los ciudadanos que han utilizado la frase ‘fuera Petro’ como acto de inconformidad política”. Y el jueves, ante la amenaza de una sanción del alto tribunal por desacato, Petro rectificó y pidió disculpas.
Lo hizo en las mismas horas en que el proceso de paz con el grupo terrorista Eln estallaba en pedazos, tras el feroz ataque, con balones explosivos, de esa banda a una guarnición militar en Arauca, que dejó tres uniformados muertos y 35 heridos. Los criminales del Eln nunca gritan “fuera Petro”, pero no han dejado de matar, ni de extorsionar ni de narcotraficar durante los dos años de conversaciones con este gobierno.
Los asesinos son ellos, no los que corean en los estadios, de manera espontánea y ejerciendo un derecho inalienable. No me incluyo entre quienes desean que Petro se vaya de la Presidencia. Aunque soy consciente del enorme daño que su gobierno le está haciendo al país, tengo claro que fue elegido para un período de cuatro años. Y así como no me gusta cuando él amenaza con pasarse por la faja los límites que la Constitución le impone, tampoco me atraen los cantos de sirena de quienes proponen sacarlo a gorrazos.
Los asesinos son ellos, no los que corean en los estadios, de manera espontánea y ejerciendo un derecho inalienable
Pero volvamos al Eln. Desde el principio, se trató de un proceso de paz improvisado. A las pocas semanas de arrancar, Petro lanzó un cese del fuego del que los ‘elenos’ se burlaron siempre, y que solo cumplieron las Fuerzas Armadas, para tragedia de los campesinos de las zonas donde opera esta banda, que han vivido este tiempo sin protección de la Fuerza Pública y sometidos a los sanguinarios designios del Eln.
Cuando empezaron las conversaciones, algunos advertimos que quienes en el Eln querían esa negociación eran los comandantes más viejos –la tercera edad de esa banda–, que ya no combaten y esperan obtener el perdón de sus espantosos crímenes, y claro, una curul gratis en el Congreso como las que se ganaron en La Habana los de las Farc. En cambio, comandantes como Gustavo Aníbal Giraldo, alias Pablito, quien tiene hoy el mando de las tropas ‘elenas’ sobre las que los viejitos no tienen ascendiente, carecen de motivación para dejar sus muy lucrativos negocios criminales. Por cierto, a pesar de tanta sangre derramada por orden de ‘Pablito’, el Presidente nunca le ha dicho asesino.
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El elegido. Que haya tenido que decidirse por el secretario del Senado, Gregorio Eljach, como su candidato en la terna para nuevo Procurador es prueba de lo arrinconado que está el Presidente. Eljach pertenece a lo más tradicional de la política y los partidos, y por ello mismo es gran favorito para ganar la elección en el Senado. Pero si es elegido, podría no durar en el cargo. Al nominarlo, Petro sumó una nueva agresión a la Corte Suprema, que había descartado a Eljach, quien puso en consideración su nombre al proceso de selección del alto tribunal, y no fue escogido siquiera como finalista. Además, Petro se burló de su propio proceso de selección, durante el cual varios aspirantes pasaron entrevistas y exámenes. Ese proceso produjo unos finalistas que hoy, con razón, pueden sentirse lesionados y demandar.
MAURICIO VARGAS
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