Escribí esta columna antes de conocer los resultados de las elecciones del domingo, esperando la conformación de un Congreso renovado y serio, capaz de acompañar bien al próximo gobierno, con el trámite ágil de reformas necesarias y la defensa a ultranza de nuestras instituciones. Esperando, también, un horizonte electoral más despejado de cara a la carrera por la presidencia. La reviso hoy, después de conocer los resultados.
Un Congreso renovado y serio es el primer paso para proteger lo que funciona bien y corregir lo que no funciona en el marco de la democracia. Celebro un cuerpo legislativo un poco más diverso, con caras nuevas, y, en particular, la elección de algunas mujeres que se le midieron por primera vez al voto y traerán al centro del debate temas urgentes, como el cambio climático y la protección del medio ambiente, y la defensa de los animales. También celebro que Colombia les haya dado una voz a quienes creen en seguir construyendo la paz. Será un camino de enormes retos para el nuevo Congreso, que se forja en una coyuntura de inmensa polarización.
Lo que sigue ahora es medir bien a quienes participarán en la próxima contienda electoral, para acertar al elegir quién queda al mando. Hablé antes sobre la necesidad de elegir un gobernante que nos congregue alrededor de las cosas en las que estamos de acuerdo. También sobre elegir un gobernante que priorice y se comprometa con dos o tres transformaciones importantes, realizables durante su periodo de gobierno. Hay otra cosa, que parece obvia, pero de pronto no lo es tanto: hay que elegir alguien que consiga ver con claridad cuáles son las piezas del rompecabezas que faltan, cuáles son las partes que hacen falta reparar para que los engranajes funcionen, y que pueda así empeñar su energía y la de su gobierno en solucionar algunos de los grandes problemas que limitan hoy por hoy la posibilidad de extender la prosperidad y el bienestar a toda la población sobre el territorio.
Lo que sigue es medir bien a quienes participarán en la próxima contienda electoral, para acertar al elegir quién queda al mando. Necesitamos en el timón del barco al más aplicado.
Muy pocos gobernantes tienen en la cabeza un diagnóstico completo de los países que gobiernan y muy pocos conocen en detalle los marcos normativos y regulatorios y las instituciones que dan forma a nuestras sociedades, tal como las conocemos. Tal vez no sea razonable esperar que lo conozcan todo del país que aspiran a gobernar. Pero sí hay que exigirles un mínimo de conocimiento. Por lo menos sobre los temas que les importan. Por ejemplo, si van a hablar de educación, deben conocer los procesos para la selección y el nombramiento de maestros, el detalle sobre cómo se remuneran, las inflexibilidades en la asignación de recursos, los déficits de infraestructura, mobiliario y equipos, la heterogeneidad del servicio sobre el territorio.
Si van a hablar de informalidad, deben saber que la mayoría de los trabajadores informales lo son porque los marcos regulatorios prevén que lo sean (deben saber que la obligación de cotizar sobre la base de un salario mínimo en Colombia, por ejemplo, es excluyente, porque la mitad de los trabajadores gana menos). Si van a hablar de servicios públicos, deben entender los avances en cobertura y calidad a la luz de las reformas que permitieron en los noventa la entrada del capital privado, en toda la región, asignándole al Estado los roles de la regulación, la supervisión y el control (deben reconocer el poder de la regulación como herramienta para disciplinar los mercados y saber cómo usarla). Como mínimo, necesitamos gobernantes enterados. Si no lo saben todo sobre los temas que les importan, tienen que aprender.
Es demasiado peligroso el descontento que culmina en la elección de cualquiera a la presidencia de un país. Está de moda en todas partes preferir candidatos “independientes”. Está de moda que cualquiera se sienta capaz de gobernar. Es una ilusión falsa y un gran riesgo. En lo que sigue, necesitamos en el timón del barco al más aplicado, al más estudioso del curso. Que se retiren de la contienda los que no puedan darle a la ciudadanía al menos este buen ejemplo.
MARCELA MELÉNDEZ