Paz en la franja de Gaza

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Hoy, ante el ataque bélico del ejército de Israel contra la franja de Gaza, el orden mundial se ha resquebrajado.

El secretario general de las Naciones, António Oliveira Guterres, ha hecho ingentes esfuerzos para que Israel detenga el genocidio que está generando en Gaza, y llegue a un acuerdo con Hamas para que liberen a los rehenes y detengan la guerra.

El gobierno sionista de Netanyahu ha desconocido, hasta ahora, la propuesta de paz de las Naciones Unidas, y, por el contrario, se apresta a invadir la ciudad de Rafah, para así continuar con su política de exterminio contra el pueblo palestino.

Nada justifica la acción terrorista del ala militar de Hamas, donde el 7 de octubre del año pasado, asesinaron a más de 1.400 judíos y extranjeros, y secuestraron a más de 200 rehenes de varias nacionalidades.

Tampoco se puede estar a favor de una intervención a sangre y fuego, como la que está haciendo Israel contra el pueblo palestino, que ya lleva más de 30.000 muertos y 12.000 niños fallecidos.

El sionismo y los países que apoyan a Israel justifican su accionar bélico porque afirman que Israel es “el pueblo elegido por Dios”. No creo que Dios justifique y apoye la intervención militar de Netanyahu contra el pueblo palestino. Ese sería un Dios cruel e infame.

No todos los judíos aprueban la política extremista de Netanyahu. Hay una buena franja de judíos moderados, que condenan la intervención militar, y están a favor de la existencia de los dos estados, Israel y Palestina.

Netanyahu pertenece a ala de extrema derecha judía que siempre ha luchado por la extinción del estado palestino. Antes de la acción terrorista de Hamas, el primer ministro de Israel estaba siendo cuestionado por sus compatriotas, debido a sus políticas radicales. El acto infame del 7 de octubre le ha servido para reencaucharse y mantenerse en el poder.

Cuando el mundo condena el terrorismo de Hamas, el sionismo, enseguida, aplaude. Cuando el mundo critica la destrucción de ciudades de Gaza, hospitales, y el ataque a los convoyes de misiones humanitarias, los sionistas acusan al mundo de “antisemitismo”.

Es la política maquiavélica de Netanyahu. Un hombre que, con más de 30.000 muertos a su espalda, debería ser juzgado por la Corte Penal Internacional.

El mundo entero debe reaccionar ante esta nueva barbarie. Una vez más, estamos ante la gran dicotomía de la historia: civilización o barbarie.

Si no luchamos por un acuerdo inminente entre Hamas e Israel, la liberación inmediata de los rehenes, y el alto al fuego por parte del FDI -Fuerzas de Defensa de Israel-, el mundo se irá desboronando.

Como en la guerra de Vietnam, los estudiantes universitarios de Estados Unidos se han lanzado a las calles para condenar la guerra y denunciar la posición del presidente Joe Biden, que sigue apoyando y enviando armas a Israel.

Si Rafah cae, la responsabilidad no sólo es de Netanyahu, sino de los países cómplices que, mediante su silencio, están permitiendo el mayor genocidio del siglo XXI.

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