Como responsable por varios años de la transformación doctrinal de la institución, nos inquieta profundamente que el comandante del Ejército haya ordenado el desmonte de la doctrina Damasco y, para empezar, haya dispuesto de manera inmediata quitar el nombre de todas las instalaciones y documentos de la Fuerza. ¡Tamaña equivocación!
La doctrina Damasco, en términos de marketing, es un nombre distintivo y una marca del Ejército Nacional. También es un activo estratégico que ha posicionado al Ejército colombiano ante la Otán y en el ámbito multinacional y conjunto. Lo dijo el presidente Duque en junio de 2019 en la Escuela Militar, al regreso de su visita a la sede en Bruselas: “La doctrina Damasco está bien referenciada en la Otán”.
Damasco es modelo ante otros ejércitos y fuerzas armadas del hemisferio y, como nunca antes, la doctrina militar se convirtió en un tema de estudio y discusión para la academia nacional e internacional. Son numerosas las tesis de maestría y doctorado en las que se cita, así como los eventos en que se analiza Damasco, que introdujo la teoría del arte y la ciencia militar moderna y universal, para planear y ejecutar las operaciones.
En términos de ‘marketing’, es un nombre distintivo
y una marca del Ejército Nacional. También es un activo estratégico que ha posicionado al Ejército colombiano ante la Otán.
El año pasado tuvimos la gran oportunidad, por instrucciones del mando, de interactuar con la Comisión Presidencial de la Excelencia Militar, integrada por tres connotados juristas. Justamente, la doctrina Damasco los sorprendió por su prolijidad y transparencia, pues fue revisada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), por iniciativa de la propia institución, enviando al país un mensaje de respeto a los DD. HH. y acatamiento a las normas del DIH.
El Gobierno Nacional ha utilizado Damasco en diferentes escenarios. En su primer discurso ante oficiales de las FF. MM., en diciembre de 2019, el ministro de Defensa Nacional dijo: “(...) La doctrina Damasco se erige hoy como la coraza principal en estos tiempos difíciles, revistiendo la institución de excelencia militar...”; y en febrero de este año, en visita que efectuara el alto consejero para la Seguridad Nacional al Centro de Doctrina del Ejército, aseguró que “la doctrina Damasco fue de gran ayuda para el diseño de la estrategia”, refiriéndose al programa presidencial denominado Zonas Futuro.
Damasco surge en el marco del plan de transformación institucional (2011-2030); primero fue iniciativa (2013), posteriormente, proyecto (2014) para efectos de viabilidad presupuestal, además conocida por el DNP, y en 2015-2016 se materializó como doctrina con el lanzamiento de los primeros manuales fundamentales. Por tanto, no fue un invento cosmético ni un capricho personal, como para borrarla de un pincelazo, como lo está haciendo erradamente el mando institucional.
La doctrina Damasco nada tiene que ver con la negociación política de La Habana, ni con partidos políticos o posturas personales. Los ejércitos se preparan para la guerra y también para mantener la paz, y por ello, su doctrina debe estar en permanente evolución, conforme a la mutación de las amenazas, a los cambios institucionales y a los nuevos retos y desafíos que en prospectiva le esperan a Colombia.
La doctrina Damasco es la antorcha que guía al Ejército hacia la cima moral. Quitar su nombre y debilitarla no es serio, es un grave retroceso profesional; además, una señal de división para el Ejército, las FF. MM., el país y para nuestros aliados y referentes militares en el mundo.
Esquirla: para borrar Damasco del corazón del Ejército, deben empezar por eliminar los más de 326.000 resultados de búsqueda en Google.
Coronel Pedro Javier Rojas Guevara
Fundador y exdirector del Centro de Doctrina del Ejército Nacional