Todos los colombianos se preguntan hoy: ¿qué está pasando y a dónde vamos a llegar? Se respira un aire de inquietud con la llamada a indagatoria de la Corte Suprema de Justicia al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Es inaceptable que se dé crédito al testimonio de un delincuente como Juan Guillermo Monsalve, condenado por sus innumerables delitos a treinta y siete años de cárcel, y no se haya escuchado en versión libre a uno de los mandatarios más íntegros que hemos tenido.
Yo he denunciado el mundo de los falsos testigos. En mi trabajo de periodista visité diferentes cárceles y centros de reclusión militar, y sé cómo un testimonio inventado se convierte en una poderosa arma de guerra. Me ha correspondido defender a importantes personajes, militares y civiles, por falsas imputaciones. Al mismo tiempo, he terminado en advertir las graves fallas de nuestro sistema judicial. Casos como el escandaloso ‘cartel de la toga’ demuestran que al lado de honestos magistrados existen otros que sucumben a la flagrante corrupción reinante en nuestro viejo mundo político.
En mis visitas dominicales a los centros penitenciarios donde pagaban injustas condenas ilustres personajes y amigos, me llamaba la atención la frecuente presencia de Iván Cepeda. Algunos modestos oficiales presos me contaron que este congresista de extrema izquierda ofrecía ocuparse de ellos para ganar su confianza.¿Se trataba de una bondadosa labor humanitaria? No lo creo. Conociendo su filiación política y su acercamiento ideológico a la guerrilla, así como su agresiva percepción del presidente Uribe, más me parecía una manera de pescar en el río revuelto de los falsos testigos.
La inquietud que hoy reina es la de vivir en un país sin confianza en la justicia.
También parecen ser una sucia arma de guerra las noticias que desde La Picota llegaron recientemente a del Centro Democrático en el sentido de que Monsalve estaba a punto de retractarse de sus falsos testimonios. No deben olvidarse quiénes propagaban esta falsa noticia: alias Caliche se la dijo a Álvaro Hernán Prada, presidente del Centro Democrático en el Huila; Diego Cadena también la recibió de otro personaje del mundo carcelario. El mismo informe le llegó a Vicky Jaramillo, conocida asistente del expresidente.
De modo que el falso rumor corrió al mismo tiempo entre los allegados de Uribe. Ellos querían confirmar la posible retractación de Monsalve, desde que acusó al expresidente y a su hermano Santiago de haber convertido su finca Guacharacas en un centro de paramilitares. Por cierto, tal versión fue desmentida por el propio padre del delincuente, de la finca.
Todo indica que la falsa noticia era una trampa política muy bien orquestada. Varios amigos de Uribe decidieron visitar La Picota para confirmarla. El funesto recluso no quiso recibirlos. Solo, debido a un encuentro casual en los patios, habló con Cadena, sin itir su supuesta retractación. En cambio, tanto el abogado como los ingenuos del Centro Democrático fueron grabados. Dichas grabaciones fueron remitidas a la Corte, que se sirvió de ellas para afirmar que Álvaro Uribe había incurrido en el delito de soborno y fraude procesal.
Valiente y honesto como es, Álvaro Uribe recusó a tres magistrados de la Sala de Casación Penal de la Corte. Millones de colombianos comparten su denuncia. Nuestro sistema judicial está averiado. Nada se ha hecho para acabar con el ‘cartel de los falsos testigos’. Se siguen cometiendo las mismas injusticias de siempre. A tiempo que se absuelve a Iván Cepeda, asiduo visitante de Monsalve (no se sabe qué propósito lo mueve para ello), se abre un tortuoso proceso contra el senador Uribe, cuya real culpa es haber devuelto el orden y la seguridad a Colombia, haber logrado reducir los cultivos de coca, haber golpeado duramente la guerrilla, haber devuelto la confianza extranjera en Colombia.
La inquietud que hoy reina es la de vivir en un país sin confianza en la justicia.
PLINIO APULEYO MENDOZA