Decía la semana pasada que el centro no la tiene fácil en 2026, pues debe superar el reto de pasar a la segunda vuelta en un contexto de polarización, que favorece a los extremos.
Para que se consolide una candidatura capaz de derrotar al Pacto Histórico, además, algunos aspirantes deberán sacrificarse por el bien del país, si sinceramente creen que cambiar de rumbo es lo mejor para Colombia.
Por ejemplo, como sostuve hace ocho días, una candidata como Claudia López, si bien cuenta con méritos y cualidades para ser presidenta, dividiría el voto antipetrista. Y eso casi garantiza que al balotaje pasen el candidato del Pacto y el de la derecha, un escenario en el que el Pacto juega con ventaja. ¿Debería López aplazar su candidatura para después, por el bien del país? Probablemente.
En la derecha también tendrían que hacer sacrificios. María Fernanda Cabal es una mujer más inteligente y estructurada de lo que sugiere la caricatura que la izquierda hace de ella. Pero si a la segunda vuelta llega alguien que representa, como ella, la derecha ‘dura’, es probable que pierda los votos de los moderados y le facilite la victoria al petrismo.
Para ganar se necesita una figura que abarque un espectro ideológico amplio, y eso necesariamente significa un moderado. Aventurar nombres está plagado de riesgos, pues todo el mundo tiene objeciones automáticas contra los que no son su preferido. Pero, sin pretender hacer una lista exhaustiva, David Luna, Juan Daniel Oviedo, José Manuel Restrepo, Juan Carlos Echeverry y Mauricio Cárdenas, además del excandidato Sergio Fajardo, podrían ocupar esa “zona Ricitos de Oro”, como llaman los astrofísicos a las zonas con condiciones aptas para la vida: verosímilmente alejados de Petro, para no causar desconfianza en la derecha, pero sin correrse demasiado a la derecha tampoco. La Paloma Valencia de hoy también podría ocupar ese espacio, pero su militancia uribista le resta votos en el centro y, sobre todo, en la centroizquierda.
Algunos aspirantes deberán sacrificarse por el bien del país, si sinceramente creen que cambiar de rumbo es lo mejor para Colombia
Todos estos candidatos serían objeto de rechiflas desde la izquierda, por supuesto. Pero allí no iban a recabar ni medio voto, así que no se pierden de nada. La centroizquierda, el centro y la derecha, en cambio, deben hacer a un lado sus diferencias y unirse para apoyar a uno de ellos, por el bien del país. Luego habrá oportunidad de volver a pelear.
Toda esta milimetría podría evitarse si hubiera alguien capaz de derrotar al Pacto en primera vuelta, algo nada fácil con una oposición tan fragmentada. Sin embargo, permitámonos soñar: ¿por qué no organizar una ‘primaria antipetrista’, a comienzos de 2026, en la que participen todos los candidatos opositores? El resultante candidato único, que los demás se comprometerían a apoyar, podría ganarle al petrismo en primera vuelta. Pero ¿aceptarían personajes tan disímiles como Germán Vargas, Claudia López, María Fernanda Cabal y Sergio Fajardo, por mencionar solo algunos, competir entre ellos y respaldar al que gane? No es sencillo, pero deberían considerarlo. Por el bien del país.
Termino con dos salvedades. Dos circunstancias que modificarían lo planteado en esta columna y la anterior.
La primera es que la seguridad se siga desmadrando. En ese escenario, no es descartable que en el 26 estemos tan agobiados con los asesinatos, los secuestros, las extorsiones y los atentados terroristas, que un candidato de la derecha dura tome la delantera.
La segunda es la posible candidatura de la periodista Vicky Dávila. Aunque muchos la ubicarán en esa misma derecha dura, dudo que ella se deje encasillar allí. Procurará representar algo más amplio. Y su gran notoriedad les cerraría espacios a los demás, reacomodando sustancialmente la tabla de posiciones. Si esa aspiración llega a oficializarse, será necesaria otra columna.
THIERRY WAYS
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