Porque el Gobierno perdió credibilidad en el Congreso y ante la opinión pública.
Porque la primera reforma tributaria del gobierno Petro generó efectos muy dañinos.
Porque los colombianos le reclaman austeridad al Gobierno y no se ve ningún esfuerzo serio por apretarse el cinturón del gasto.
Porque el ministro Bonilla estaba gravemente herido desde que arrancó el escándalo de los carrotanques.
Porque el ministro Guevara, nuevo minhacienda, es reconocido como hombre técnico pero no tiene ascendiente fuerte sobre el Congreso.
Porque el pestilente escándalo de la UNGRD se inició en las comisiones económicas del Congreso y algunos de sus están untados mientras otros están asustados.
Porque, salvo para los ultrapetristas que se disputan el 30 % de votantes que aún acompañan al Presidente, apoyar al gobierno Petro a un año y medio de elecciones es más lo que resta que lo que suma.
Porque el proyecto de reforma tributaria era dañino, fiscalista, desconsiderado y antitécnico.
Porque una nueva tributaria seguiría frenando la economía.
Porque el Gobierno ha sido mal ejecutor –pésimo– y no ha sido capaz de gastarse la plata que ya tiene, entonces no resultaba fácil justificar más impuestos.
Porque la academia estaba en contra de la tributaria.
Porque había temor frente a la elección del 2026 y a la orientación de gasto populista electorero de los recursos de la tributaria.
Porque el ministro Cristo no tenía la tributaria dentro de sus prioridades y prefirió gastarse sus mejores cartuchos sacando la reforma del Sistema General de Participaciones que le tributa más beneficios electorales a su proyecto personal.
Salvo para los ultrapetristas que se disputan el 30 % de votantes que aún acompañan al Presidente, apoyar al gobierno Petro a un año y medio de elecciones es más lo que resta que lo que suma
Porque no se entendió el polémico rol que le asignaron a Armando Benedetti como coequipero del ministro Cristo para sacar adelante la tributaria.
Porque en la elección del magistrado Polo la Casa de Nariño se jugó casi todos sus restos políticos.
Porque el gabinete en su conjunto, salvo unas pocas excepciones, es muy débil y no tiene mayor capacidad de acción política, parlamentaria o de opinión pública.
Porque durante casi toda la travesía el barco de la tributaria permaneció a la deriva en el alto gobierno, mientras su comandante lucía extraviado en toda clase de elucubraciones ajenas a las finanzas públicas.
Porque entre incumplimientos y desatinos se rompió la vigorosa coalición inicial del Gobierno.
Porque el partido verde, aliado crucial de la elección de Petro, está descuartizado, salpicado de escándalos y dividido hasta en el Congreso.
Porque el Pacto Histórico experimenta profundas rivalidades internas que limitan su capacidad de defensa de las iniciativas del Gobierno.
Porque el Gobierno se equivocó presentando un presupuesto 2025 desfinanciado y pretendiendo hacer aprobar a la brava la mal llamada ley de financiamiento para tapar el hueco.
Porque el Gobierno no ha sido claro ni concluyente en su cálculo sobre el verdadero déficit de las finanzas públicas.
Porque reina la anarquía política.
Porque hay temor por el quebrantamiento de la regla fiscal y una discusión tan compleja sobre su reforma ameritaba un espacio especial y diferenciado.
Porque hay una sensación de desgreño gubernamental y no se generó confianza sobre la aplicación de los nuevos recursos que buscaba la tributaria.
Porque afloraron denuncias entre los mismos parlamentarios sobre falta de transparencia y alteración de ponencia firmada.
Porque hubo, presuntamente, cambio de páginas en la ponencia sin el visto bueno de quienes ya habían firmado.
Porque la presión de los aliados de los juegos de suerte y azar enrareció la discusión y ensombreció la deliberación.
Porque algunos creyeron que podían seguir manejando al menudeo prebendas y beneficios.
Conclusión: la caída de la reforma tributaria no es un hecho aislado. Se convirtió en una radiografía precisa de lo que le está pasando a un gobierno que cada día decepciona más, incluso a sus propios promotores.
JUAN LOZANO