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Presidente: ¿oyó a Lula?
El Estado, sin los privados, difícilmente tiene la capacidad de acometer proyectos de largo alcance.

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Aunque la apuesta –la de extender un corredor de semejante envergadura– luce más que desafiante, el mismo presidente Lula aseguró, en el referido encuentro, que el capital necesario para financiar, al menos una parte del proyecto (incluido en el Programa de Aceleración del Crecimiento de Brasil, PAC) ya está disponible. Así, resultaría estratégico que los dos gobiernos –de cara a la integración bilateral– metan el acelerador a fondo para concretar la iniciativa. Más aún, bajo el entendido de que, mientras hace 20 años el comercio entre Brasil y Colombia significaba US$ 847 millones, hoy ese indicador representa US$ 6.000 millones. Ahora, si bien las cifras evidencian una evolución sustancial en el renglón comercial, aún sigue habiendo espacio para potencializar el crecimiento.
Para llevar a buen puerto una obra de estas características o cualquier otra iniciativa, las condiciones deben estar dadas. El propio presidente Lula señaló, con tono enfático, que un gran acuerdo entre Brasil y Colombia solo es viable a la luz de cuatro factores: estabilidad jurídica, estabilidad fiscal, estabilidad económica y estabilidad social. “Las personas quieren que todo suceda sin que a nadie se le ocurra hacer una locura a medianoche”, sentenció el mandatario brasilero. Y a renglón seguido lanzó una frase demoledora: “Colombia y Brasil trabajan para que los sectores público y privado vayan de la mano y para que nuestras economías crezcan y mejoren la vida de las personas”.
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El propio presidente Lula señaló, con tono enfático, que un gran acuerdo entre Brasil y Colombia solo es viable a la luz de cuatro factores: estabilidad jurídica, estabilidad fiscal, estabilidad económica y estabilidad social.
En el ámbito de la infraestructura, la integración Brasil-Colombia, es una realidad: hoy, los proyectos de concesión Neiva-Mocoa-Santana y la Malla Vial del Valle cuentan con capital de fondos de inversión brasileros que apostaron por estas megaobras sin miramientos. Y lo hicieron porque creyeron en Colombia y en el modelo de participación privada. De ahí la necesidad, justamente, de que las estabilidades de las que habla Lula –sobre todo jurídica y fiscal–, no flaqueen.
En el sur del país, puntualmente, en los departamentos de Nariño y de Putumayo hay tres corredores viales orientados, entre otros propósitos, a optimizar la conexión con Brasil y a integrase al canal de marras. Se trata, por una parte, de las carreteras Tumaco-Pedregal y de la variante San Francisco-Mocoa (hoy en construcción) ambas a cargo del Invías y financiadas con vigencias futuras, hasta el 2030. Y, de otro lado, de la concesión en doble calzada Pasto-Rumichaca, actualmente en operación.
Sumado a lo anterior, resulta de vital trascendencia –en procura de consolidar la mencionada integración bilateral– garantizar los recursos para la ejecución de la doble calzada Pasto-Popayán, tanto en obra pública como en concesión. El presidente Petro se comprometió con ello, en enero de 2023. No obstante, la región sigue a la espera. Como dijera Lula: No hay tiempo para teorizar las cosas, hay que anteponer el pragmatismo.
*Presidente Ejecutivo de la * * Presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura
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