No es una exageración decir que a lo largo de las próximas dos semanas los ojos del mundo estarán puestos en Dubái, con ocasión de la vigésima octava Conferencia de la Partes —más conocida como COP28—, que se derivó del marco de la Convención sobre Cambio Climático, debatida por Naciones Unidas en 1992. Desde aquella época es mucho lo que se ha avanzado en el plano multilateral, pero también es mucho lo que falta por recorrer para contener el calentamiento global.
El sentido de urgencia es evidente. De manera sucesiva, en los últimos meses se han registrado las temperaturas promedio más altas en la Tierra, al menos desde cuando existen estadísticas confiables. En las más diversas latitudes se han alterado los patrones usuales, dando lugar a numerosas emergencias.
América Latina y el Caribe también han salido afectadas por eventos extremos de mayor frecuencia e intensidad, los cuales incluyen sequías, inundaciones o huracanes, para solo mencionar unos cuantos. Esto no solo impacta a gran parte de sus habitantes, sino que pone en peligro su rica biodiversidad.
Si bien la región contribuye con menos de una décima parte de los gases contaminantes que ocasionan el efecto invernadero, sufre de manera más que proporcional las consecuencias del aumento en los termómetros. Tanto su ubicación geográfica como la distribución espacial de su población en áreas costeras o de montaña hacen que esta parte del mundo sea particularmente vulnerable.
Soy un convencido de que nuestro territorio tiene ante sí una inmensa oportunidad de progresar y al mismo tiempo ser fundamental en el manejo de este reto que involucra al planeta entero.
Por tal motivo, en CAF —el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe— estamos plenamente comprometidos con la sostenibilidad y el avance de una agenda verde que no solo sirva para disminuir la probabilidad de las urgencias, sino para redireccionar nuestro modelo de crecimiento. Dicho de manera esquemática, hemos venido sosteniendo que somos una región de soluciones, un mensaje que estamos haciendo explícito por estos días, en Emiratos Árabes Unidos.
Sabemos que nuestros países requieren avanzar hacia esquemas productivos sostenibles, que deriven en una descarbonización paulatina y, al mismo tiempo, en una mayor resiliencia. Buscamos demostrar, en concreto, que un esfuerzo de acción climática global no será efectivo si no se nos tiene en cuenta.
De manera práctica, este mensaje será difundido en un pabellón auspiciado por CAF, dentro del cual se tendrán debates y conversaciones sustantivas. Todos los eventos que hemos organizado girarán en torno al concepto “somos solución”, para que los miles de asistentes provenientes de cerca de 200 países sepan de nuestras propuestas en múltiples campos.
Entre los asuntos que serán tratados en la que es una plataforma abierta puedo mencionar las energías limpias, la agricultura sostenible, la seguridad hídrica y el conocimiento de nuestros pueblos ancestrales, que aportan una mirada distinta y muy valiosa a la hora de enfrentar un desafío que compromete a la humanidad entera. Junto a lo anterior estarán las experiencias nacionales, que servirán para contrastar estrategias y aprender de los casos de éxito.
Igualmente, se destacará la importancia de la cooperación regional para la preservación de ecosistemas clave. Hablo, por ejemplo, del corredor biológico y la barrera de arrecifes mesoamericanos, los páramos, la selva amazónica, los manglares, la Patagonia, el mar Caribe, cada uno con una problemática que exige remedios concretos.
Sin embargo, no se trata únicamente de advertir lo que podría ocurrir si no reaccionamos a tiempo. Soy un convencido de que nuestro territorio tiene ante sí una inmensa oportunidad de progresar y al mismo tiempo ser fundamental en el manejo de este reto que involucra al planeta entero. Tanto la energía limpia como la agricultura sostenible que alimentará a miles de millones de seres humanos van a tener su epicentro en América Latina y el Caribe.
Concretar tales posibilidades demanda buenas políticas, liderazgo y visión de largo plazo. No dudo de que la COP28 nos ayudará a avanzar en el objetivo de recuperar terreno y dar respuestas efectivas frente al cambio climático. Y para ello insistiremos en que latinoamericanos y caribeños “somos solución”.
SERGIO DIAZ-GRANADOS