Estamos en el mes del amor y la amistad. En Colombia se celebra hoy. Ojalá a muchos no se les pase por alto, o por bajo, porque septiembre también es el mes del alzhéimer y el día mundial de esta cruel enfermedad es precisamente hoy, 21 de septiembre.
No olvidemos ser mejores amigos, compresivos y solidarios con quienes sufren esa enfermedad y con sus familias. No olvidemos las muestras de afecto, ni ser sinceros y leales; no olvidemos el amor y, sobre todo, la amistad a toda prueba, la fidelidad y la honradez, porque el mundo está brutal, lleno de odio y muerte. Y de seres que alimentan la polarización, o sea, la enemistad.
Por fortuna, en estos días he visto muestras de amistad. Hay feria de detalles. Se juega al amigo secreto y se endulza el día. “Me late que es un chocolate”, se dice por ahí. A muchos congresistas el Gobierno secreto les endulza las reformas, y a su vez, algunas amargan la vida. “Me da la corazonada de que es mermelada”, dirán algunos, felices.
No olvidemos, insisto, querernos, tener nobleza, fortalecer los lazos familiares, porque el mundo está casi invivible, la muerte celebra sus fiestas de sangre. Hablar de guerras hoy es triste. Pero toca, en especial esta semana en la que, en un hecho como de ciencia ficción, en el Líbano murieron más de 30 personas cuando los bíperes que se suponía utilizaban del grupo armado Hezbolá se recalentaron y comenzaron a estallar en las manos y los bolsillos. Al otro día, también de pánico y muerte, lo hicieron los walkie-talkies. Los dispositivos electrónicos llevaban, al parecer, al lado de batería una carga explosiva de unos 20 gramos que fue accionada con mensaje de texto. O de odio.
Según cifras del Ministerio de Salud libanés, 3.450 personas resultaron heridas. Fue infernal. Algunas perdieron manos o quedaron ciegas. Se imagina uno a una madre alimentando a su hijo mientras estallaba el bíper vecino. Suena a crimen de lesa humanidad. Seguramente habrá venganza y más muertos, más guerra y menos amor y amistad.
Ayer, Israel –al que culpan de los ataques y se mantiene en su silencio mudo– enviaba misiles, como lluvia de dulces, a los suburbios de Beirut, un bastión importante de Hezbolá.
Qué triste es ver que la ciencia, que es una maravilla en los avances universales, se utilice por mentes del mal para destruir, sea en la Franja de Gaza o en Ucrania. Lo de los bíperes es algo perverso, inhumano y demencial.
Por estos lares hay otros grupos que en sus propósitos violentos quieren hezvolar cualquier esperanza de reconciliación. El Eln, que quiere apoderase de la franja de Arauca, en los límites con Venezuela, sigue utilizando tecnología de punta de cilindro lanzado desde una volqueta. Y causan muerte y terror. Esta semana, en su ataque a una base en Puerto Jordán, mataron a dos soldados e hirieron a otros 26 y, de paso, al proceso de paz.
¿Quiénes mueren allá y aquí? Seres humanos de la misma raza, con distinto uniforme, solo porque entre sus líderes no hay amistad, sino ambiciones, odio, y se defienden negocios turbios, más que filosofías o defensa del pueblo. La ‘paz total’ está fracasando, desafortunadamente.
Y no es que uno desee que a los elenos les envíen un dispositivo que les estalle en el bolsillo y les vuele el bíper, pero el Gobierno no puede poner a las Fuerzas Militares en el congelador junto al proceso. Tiene que defender a sus soldados y a la gente. Y la guerrilla y los demás grupos armados, pensar que esta nación –que es la gente– no aguanta más. Sea por amor, por amistad, por humanidad, por justicia, tiene que parar. He escuchado cada vez más voces de gente que produce en el campo y da trabajo y quiere vender y no volver, ante la incertidumbre y la falta de seguridad. Es hora de ser serios. Y perdonen que de amor y amistad les haya endulzado el oído.
luioch@eltiempo.com