En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Opinión
¿Tú también estás en tu lista de prioridades?
Cuidar de ti no es egoísmo, es la base del amor auténtico. Esta es la historia de muchos… tal vez también la tuya.
¿Cuántas veces te has sorprendido diciendo “sí” a los demás y “no” a ti mismo? ¿Cuántas metas escribiste al comenzar el año —lleno de esperanza— y ahora, ya en mayo, te das cuenta de que casi ninguna se ha concretado? Tal vez no sea por falta de capacidad, sino por el exceso de entrega a lo que los demás esperan de ti.
La verdad es que existe un dilema silencioso que muchas personas viven: la confusión entre ser bueno y anularse, entre amar y abandonarse. Entre cuidar al otro y olvidarse de sí mismo.
Y así, te invito a embarcarte conmigo en este Aroma de Emociones, porque fue exactamente sobre esto que hablé con mi amigo Fernando, en una mañana tranquila de este inicio de mayo, en una cafetería acogedora. Él llegó visiblemente abatido, cargando una tristeza que, poco a poco, reveló algo más profundo: la sensación de que, para ser amado, debía ser útil. Siempre. Y en ese intento constante, se fue perdiendo —como tantos de nosotros.
Esa conversación sacó a la luz algo esencial y transformador que necesitamos comprender de una vez por todas: el egoísmo, cuando es sano, no es un defecto moral. Es una necesidad emocional. Y tal vez, justamente allí, esté el camino hacia una vida más auténtica, plena y verdadera.
El egoísmo, cuando es sano, no es un defecto moral. Es una necesidad emocional. Foto:iStock
Apenas nos sentamos, Fernando respiró hondo y me dijo:
— Rebeca, estoy cansado. Siento que siempre pongo a los demás en primer lugar. Y al final, yo siempre quedo de último. Hice una lista de deseos a comienzos del año, pero ya estamos en mayo… y casi nada se ha cumplido. Es como si me autosaboteara. Como si solo tuviera valor cuando sirvo a los demás. Tengo tantas ganas de hacer algo por mí, pero siento que me perdí en el camino.
Lo escuché con atención y respondí con el corazón:
— Fernando, lo que estás sintiendo es muy legítimo. Y más común de lo que imaginas. Mucha gente carga con esa idea de que, para ser amado, debe anularse. Pero eso nace de una interpretación muy distorsionada de lo que significa el egoísmo.
Me miró con curiosidad.
— ¿Cómo así?, preguntó.
— Es que crecimos oyendo que el egoísmo es algo malo. Pero existe algo que yo llamo el egoísmo saludable. Es el que nos permite decir “sí” a nuestra vida, a lo que realmente importa para nosotros. No es individualismo destructivo, no es pasar por encima de nadie —es simplemente reconocer que tú también mereces ser tu propia prioridad.
Suspiró, pensativo.
— ¿Pero no suena mal ponerse en primer lugar?
— Para nada, le respondí con firmeza y ternura. Es absolutamente necesario. ¿Sabes por qué? Porque solo quien está bien, completo, con su copa llena, puede realmente contribuir con los demás. Cuando nos agotamos tratando de agradar, nuestro cuidado se convierte en peso, en frustración. Brené Brown dice que las personas verdaderamente compasivas son las que tienen límites claros. Y eso es sabiduría emocional.
Reflexionó en silencio y luego comentó:
— Tal vez confundí “amar al otro” con “abandonarme a mí mismo”...
— Sí, confirmé. Y eso viene de la idea distorsionada de que “matar el ego” es eliminar lo que eres. Pero el verdadero sentido es otro: no se trata de matar, sino de renacer. Transformar el ego para que trabaje a tu favor. No se trata de vivir sin ego, sino de tener un ego alineado con tu esencia, con tus valores.
— ¿Y por qué cuesta tanto dar ese paso? Me siento estancado, aunque quiero cambiar…, se sinceró.
— Porque hay un miedo profundo. Miedo a frustrarse. Miedo a descubrir que la felicidad depende de ti —y no de excusas externas. A veces, duele menos no intentarlo que enfrentar la posibilidad de fallar. Es un autoengaño que nos mantiene atrapados en el rol de víctima, donde somos infelices, pero al menos tenemos una excusa.
— Eso duele, confesó. Porque en el fondo, solo quiero sentir que merezco la vida que sueño…
— Y la mereces, Fernando. Pero primero, necesitas creer en tu propio valor. Y eso empieza por dejar de intentar ser lo que los demás esperan. Muchas veces, lo que nos detiene no es la falta de tiempo ni de capacidad, sino el peso de las expectativas ajenas —de padres, jefes, parejas. Vivir bajo ese peso impide que seamos quienes realmente somos.
Me miró, ahora con un poco más de determinación en la mirada, y preguntó:
— ¿Y cómo empiezo a salir de eso?
— Con pequeños compromisos contigo mismo, respondí. Un paso cada día. Un límite que estableces. Un “sí” a lo que te nutre. Un momento solo para ti. Y recuerda esto: cuanto más valor generas para ti, más valor puedes ofrecer. El verdadero altruismo nace de quien está lleno, no de quien está vacío.
— Entonces… ¿cuidarme es el comienzo de cuidar mejor al mundo?
— Exactamente. El egoísmo saludable es el terreno fértil del amor genuino. Hagamos un pacto hoy: que este mayo sea un nuevo comienzo. Que esta vez, tú estés en la cima de tu propia lista. Y que no solo escribas tus deseos —sino que los honres como promesas sagradas para tu alma.
Fernando respiró hondo, como quien, por primera vez en mucho tiempo, siente espacio para existir.
— ¿Sabes, Rebeca? Creo que hoy, por primera vez, entendí que priorizarme no es egoísmo. Es liberación.
Le sonreí, mirándolo a los ojos.
— Exactamente. Liberarte es un acto de amor —por ti y, en consecuencia, por el mundo a tu alrededor. Cuando te cuidas, enseñas a los demás a hacer lo mismo.
Sacó su celular, abrió la nota con su lista de metas de enero y dijo:
— Creo que voy a reescribir esta lista. Pero ahora… con mi verdad en la cima.
— Hazlo, le dije. Y cada vez que lo olvides, recuérdate esto: no necesitas perderte para ser amado. Eres digno solo por existir.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, sintiendo el calor del café y la ligereza de un nuevo comienzo. Uno comienzo sencillo. Pero verdadero.
Liberarse de las expectativas externas es un acto profundo de valentía emocional. Es dejar de vivir el guion que otros escribieron para ti —ya sea dictado por la familia, la cultura o el entorno laboral— y empezar a vivir desde tu esencia. Como decía Carl Jung: “El privilegio de una vida es convertirse en quien realmente eres.”
La historia de Fernando es, en realidad, el reflejo del camino de muchos. Tal vez resuene contigo, con ese cansancio de dar tanto y, al mismo tiempo, olvidarte de ti mismo.
Que este sea el momento en que elijas, con consciencia y compasión, ponerte en tu propia lista de prioridades. Porque cuidar de ti no es egoísmo —es el principio de una vida más liviana, más verdadera y más tuya.
Y ahora te pregunto: ¿qué puedes hacer hoy, solo por ti?
Da el primer paso. Con dulzura. Con firmeza. Con presencia.
Y por supuesto, te espero en la próxima reflexión, con más café… y más emociones, para seguir caminando juntos este viaje de consciencia, transformación y reconexión con quien realmente viniste a ser.
— Rebeca Macedo Duarte, Empresaria y Especialista en Inteligencia Emocional