Difícil escribir una columna de opinión esta semana. Son tantas las malas noticias y la anormalidad de la vida nacional que llegó el momento de responder al Gobierno y al Presidente con una estrategia política que entusiasme a las gentes, a los que todavía siguen a Petro y a toda la oposición, no solamente aquella representada en el Congreso.
Leyendo una reciente columna de David Brooks en The New York Times comprendí que la táctica de presidentes como Trump y Petro es iniciar varias peleas simultáneamente y dispersar a los opositores para que actúen de manera separada y no formen un frente civil conjunto de oposición. Es lo que los gringos empiezan a entender después de cien días de un gobierno que amenaza con destruir los valores fundamentales de su sociedad. Sugiere armar un bloque civil de oposición.
Así lo plantea Brooks:
“Es la hora de una protesta nacional, cívica y comprensiva. Es el momento para que las universidades, las firmas de abogados, las empresas, las entidades sin ánimo de lucro, la comunidad científica, los funcionarios públicos, y la opinión, organicen un movimiento coordinado de masas. Lo importante para Trump es el poder. La única manera para que se detenga y se modere es si se lo confronta con un movimiento que constituya un poder que le compita, un poder rival. (https://nytimes.com/2025/04/17/opinion/trump-harvard-law -firms-html)
Es lo que nos ha hecho falta en Colombia.
El presidente Petro ha intentado demoler el sistema de salud y estatizarlo a la fuerza. Han reaccionado los afectados y los expertos señalando el daño que se le está haciendo a un sector que funcionaba bastante bien, pero necesitaba ajustes. Mientras tanto, la población sufre y las barreras de a los servicios de salud lanzan más familias a la pobreza.
El Presidente ha querido sacar a la empresa privada de la prestación del servicio de energía eléctrica. Reaccionan los técnicos y los gremios, sin que el Gobierno pare bolas. Se habla insistentemente de un apagón y no se hace nada para evitarlo. Se suspendió la exploración de hidrocarburos en el país, dejándola en manos de las consultas previas y las licencias ambientales; lo único que se ha logrado es que caiga la producción y se vayan las compañías extranjeras interesadas en explotar el petróleo y el gas.
En vez de gobernar, el Presidente decidió promover una consulta popular para que el pueblo apruebe la reforma laboral que fue negada un par de veces en el Congreso. Lo prioritario, ahora, es la consulta. Lo demás no importa. Aunque por todos lados se señale la inconveniencia de la propuesta laboral por incrementar el desempleo y la informalidad.
El Presidente, en campaña electoral, mueve el apoyo (con plata) de los indígenas, los sindicatos y las juntas de acción comunal. El Senado perderá un mes en el debate. Mientras tanto, se pasa por alto el profundo daño que le ha hecho este gobierno a la población en su conjunto, en la seguridad, la salud, los servicios públicos, la educación, la estabilidad económica y a la esperanza nacional.
Como en Estados Unidos, es urgente conformar en Colombia un poder rival, que les compita en democracia al de Petro y al Pacto Histórico. No se ha comprendido la gravedad de la situación por la cual atraviesa Colombia.
Si así fuera, no habría treinta o más precandidatos presidenciales. Los interesados se sentarían alrededor de una mesa a organizar ese movimiento alternativo con una mira de corto y largo plazo. De corto, para ganar la elección en 2026 y, de largo, para abrirle un camino al país dejando de lado los egos y los intereses particulares. Surgiría entonces, estoy seguro, el líder que aglutinara a los inconformes y condujera al país hacia el futuro.
CARLOS CABALLERO ARGÁEZ