Por los problemas críticos de salud que enfrenta, es el momento de hacer un gran homenaje al expresidente José Mujica. Él ha sido un ícono latinoamericano y, especialmente, un gran líder de la izquierda democrática de nuestra región. Tiene el mérito de ser un gran demócrata, miembro activo del Frente Amplio, el principal movimiento de la izquierda uruguaya, y haber sido presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.
Todo esto ocurrió después de militar en el movimiento guerrillero Tupamaros y de pasar más de catorce años en la cárcel, buena parte durante la larga dictadura militar que afectó a su país. Ha sido, además, un gran líder internacional. En tal sentido, nuestro país tiene una gratitud inmensa por su aporte a las negociaciones del acuerdo de paz con las Farc.
Por todo esto, vale la pena repasar algunos de sus principios personales y políticos reflejados en el libro ‘José Mujica en sus palabras’, de Darío Klein y Enrique J. Morás, y la reciente entrevista que le hizo el Grupo de Diarios América después de que anunció que suspendía su lucha contra el cáncer.
En el terreno personal, se destaca su vida humilde, que incluye residir en una sencilla vivienda rural y donar el 80 por ciento de sus salarios a propósitos sociales. Como lo ha señalado, “es mejor vivir liviano de equipaje”, lo que ha llevado a que se diga que es el presidente más pobre del mundo. Además, ha señalado que no se puede vivir con rencor por los dolores que padeció y, por lo tanto, que se debe mirar hacia adelante y no hacia atrás. Como lo dejó claro en una entrevista: “Estoy despojado de odio”.
Él ha sido un ícono latinoamericano y, especialmente, un gran líder de la izquierda democrática de nuestra región
En términos de principios políticos, ha señalado que uno de los grandes logros de la civilización moderna fue suscribir el concepto de que los seres humanos somos iguales ante la ley. A ello ha agregado, sin embargo, que: “La gran frustración de la democracia liberal (...) es que no pudo conjugar sus definiciones jurídicas de igualdad de derechos con la igualdad en lo social”. De ahí que, en su visión, el tema central de la izquierda sea la igualdad social, un principio que practicó como presidente, cuando se produjeron importantes avances en la agenda de derechos y la reducción de la desigualdad. En tal sentido, la educación y la igualdad de oportunidades son para él elementos esenciales.
Eso exige enfrentar los intereses económicos, así como la concentración de la riqueza que caracteriza la economía de mercado. Pero no significa estar en contra de los empresarios, a quienes ha dicho que la izquierda debe reconocer como “tipos útiles para la sociedad” y especialmente reconocer su importancia en la generación de empleo.
En su visión, la participación política es la esencia de la democracia representativa. Permite una “convivencia civilizada” y esencial para que el poder no esté concentrado y dominado por los intereses económicos. Eso implica que “la cooperación ha sido el motor que ha creado civilización”. Además, como en el terreno personal, la política no puede estar basada en la revancha, sino en jugar hacia adelante. Y, fiel a sus principios democráticos, ha rechazado enfáticamente al comunismo: “No a la dictadura del proletariado como camino... porque el proletariado termina no teniendo nada y de dictadura tiene mucho”.
Son además sabias sus declaraciones sobre el medio ambiente y los riesgos que implican para la humanidad: “Para mí, la crisis ecológica es previamente una crisis política; es la impotencia de autogobernarnos como especie, porque sabemos todo lo que está pasando y sabemos lo que habría que hacer, pero no lo hacemos”. Teme, por lo tanto, “que esta humanidad camine a una especie de holocausto ecológico”. Para ello señala, además, la importancia de una gobernabilidad de carácter mundial, lo que significa un cambio de época en relación con los paradigmas que se enfocan en los Estados nacionales.
Este gran hombre sigue siendo inspirador hoy, en tiempos de frecuentes crisis y polarización política.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO