No sé si es impresión mía, dijo una fotocopiadora –viejo chiste–, pero a veces se siente la sensación de que no obstante los adelantos científicos y tecnológicos, aquí hay hechos estancados en el tiempo que se publican en ‘Hace 100’, ‘Hace 50’, ‘Hace 25 años’. O hace un día. Se quedan entre nosotros como una foto color sepia. O color de hormiga.
Por años vemos esa triste postal que deja un invierno larguito, cuando nos inundamos en las mismas zonas, se pierden cosechas, animales, hay damnificados que piden ayuda al Gobierno. Y salen las fotos con casas con el agua en las ventanas. Pero si el verano es prolongado, la imagen es de tierra cuarteada, animales muertos y alguien buscando agua. Claro que ahora, para ambientar la foto, tenemos carrotanques no con sobrepeso, sino con sobrecostos. Y que no llevan agua. Esperemos que haya claridad, pues a lo mejor el juicio se lo lleva la corriente. Bonita familia.
Otra noticia recurrente es el hacinamiento carcelario, con la imagen de los presos, unos en hamacas hechas de cobijas, otros en el suelo, apretaditos, como dice una canción, con la desesperanza como compañera. Pero nada que se construyen prisiones dignas y la justicia sigue más colgada que las hamacas. Mientras el mundo sigue andando, dice un tango.
Otro hecho enquistado en el tiempo son las pedreas en las universidades Nacional y Distrital. Las vimos antier. La postal de unos violentos tirando la piedra y escondiendo la cara, es de hace unos 70 años. Siempre se informa que no son estudiantes, que hay infiltrados, que no dejan estudiar a los que quieren y, para más piedra, cierran las vías y tampoco dejan trabajar a los que quieren. Todo es igual, como los cierres de la vía Panamericana. Y el mundo sigue andando.
Otro titular tan viejo como la viruela es el de la crisis de la salud. Las escenas de las zonas de urgencia en los hospitales, donde no hay cama pa’ tanta gente, con médicos y enfermeras que no dan abasto, no se han ido. Las tutelas, o sea tú te las arreglas como puedas, han aumentado un 42 por ciento. Por lo visto, el viejo Seguro Social sí se levantó de la cama, con sus filas para reclamar medicamentos, donde se ve a personas de la tercera edad, en su tercer intento, temblando, no solo por los años sino de pensar que no se los den, y como son de vida o muerte, puede ser el ‘acetami-nofín’ de su vida. Se necesitan inyecciones de humanidad.
Hay que buscar la paz, los esfuerzos son plausibles, pero se necesita que la contraparte muestre voluntad. ¿La tiene el Eln? ¿La tienen los demás grupos armados que se han fortalecido?
La violencia no solo es el famoso cuadro de Obregón, sino un cuadro nacional. Guerras de todas, de mil días y de miles de muertos. Pero hay un hecho que se le viene a uno a la mente como un sirirí bañado en aceite. ¿Recuerdan? El ataque del Eln a oleoducto es el cuadro del absurdo. Hasta los diálogos de paz con ese grupo armado son un bucle y más parecen largas sesiones de gimnasia. Deben estar en buena forma física los de esa guerrilla porque se sientan, se levantan, arriba y abajo, un pasito al costado, otro al frente, un cese del fuego y un ataque, y arriba y abajo. Y así llevamos años.
Se suspenden los diálogos, se suspenden los ceses del juego, se levantan, se vuelven a sentar. Y mientras tanto, ¿quién tuvo la culpa? El tubo tuvo la culpa. Para presionar al Gobierno los elenos dinamitan el oleoducto Caño Limón-Coveñas, como quien va a sembrar yuca. Aunque buscan es sembrar terror.
Hay que buscar la paz, los esfuerzos son plausibles, pero se necesita que la contraparte muestre voluntad. ¿La tiene el Eln? ¿La tienen los demás grupos armados que se han fortalecido? Tienen que demostrarlo, menos desplazamientos forzados, menos muertes de líderes sociales, menos minas antipersanales que mutilan niños, etc. Y el Gobierno tiene que apretar las tuercas, pues esa postal de la explosión del tubo ya pasó de sepia a castaño oscuro. El cambio es ahora.