Desde cuando Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, compró Twitter, la red social del pajarillo azul se inundó de controversias. Una de las primeras provocaciones de Musk fue la restitución de la cuenta de Donald Trump, que había sido cancelada tras el asalto al Capitolio en enero de 2021. Luego, arguyendo la defensa de la libertad de expresión, Musk flexibilizó la política de moderación de contenido de la red, según él parcializada en contra de mensajes demasiado conservadores o políticamente incorrectos.
El magnate despidió a más de la mitad de los empleados y cambió las condiciones para obtener el ‘check azul’, una marca de verificación de identidad para tuiteros de alto perfil mediático. Ahora, cualquiera con ocho dólares mensuales podía tener un check azul. Como si fuera poco, la plataforma ha estado plagada de fallas últimamente, produciendo miles de quejas de s.
Pero la transformación de Twitter bajo Musk apenas comienza. Su último anuncio ha sido el más atrevido: reemplazará la icónica avecilla azul por un nuevo logotipo en forma de una escueta letra X, que será también el nuevo nombre de la red. Busca así unificar la plataforma con otras de sus marcas, como SpaceX.
Parece, pero no es, un simple cambio cosmético. Detrás de su estilo provocador, Musk tiene un plan ambicioso: convertir a Twitter –perdón, a X– en una plataforma “de todo”. No solo una red social, sino un portal de comercio en línea y un proveedor global de servicios financieros, entre otras funciones.
Se trata de una visión titánica para un proyecto que nació con una idea sencilla: la publicación de mensajes de 140 caracteres o menos. ¿Lo logrará? El tiempo lo dirá, pero, mientras tanto, dará mucho que hablar. Dada la influencia de la red antes conocida como Twitter en los mundos de la política, la academia y los medios, este será un proceso detalladamente analizado y comentado. Y que producirá muchos trinos. Solo que quizá ya no deban llamarse ‘trinos’; esa es la voz de los pájaros.
EDITORIAL