Hace unos días se exploró a fondo, en una estupenda pieza escrita por el periodista Carlos Restrepo y publicada en este mismo diario, el recorrido de un extraordinario óleo de Fernando Botero –de 1979– titulado ‘Los músicos’. Es un magnífico cuadro, de 2 metros y 17 centímetros de alto por 1 metro y 89 centímetros de ancho, que celebra a los artistas populares con una composición que suelen destacar los expertos en la obra del maestro. Y que ha estado en boca de todos, entre los artistas, los coleccionistas, los periodistas culturales y los espectadores, porque acaba de venderse por 20.000 millones de pesos en una concurrida subasta de Christie’s.
La pintura, que presenta a los nueve músicos que ponen a bailar a una fiesta con vientos y cuerdas, reposaba en una colección privada de la que poco se había vuelto a saber, pero estaba de vuelta en el mundo porque aparece en la cubierta de la última novela –no la más reciente, sino la última que publicará– el gran narrador peruano, el premio nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. ¿’Los músicos’ se ha convertido en el mejor vendido de los cuadros de Botero porque aparece en el libro o porque este ha sido el año de la muerte del gran maestro colombiano? El escritor Juan Carlos Botero, hijo del pintor, le dice al periodista Restrepo que se trata de una coincidencia.
Recuerda que ‘Los músicos’ siempre ha sido una obra apetecida, en los mercados del arte, por los coleccionistas. Y agrega que lo más interesante del asunto es que demuestra no solo la iración profunda entre Vargas Llosa y Botero, sino la vocación, de los dos, a no perder de vista el arte popular. Habría que decir, de paso, que ese encuentro final de dos creadores de mundos es una reivindicación de las maestrías, de las vocaciones a registrar lo que ha pasado en estos países que han respondido a sus dramas sociales con alegrías y con obras llenas de su propia belleza.
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