Sigue la huelga de los sindicatos del mundo del cine, el de los escritores y el de los actores, en busca de una justa renegociación de sus derechos en tiempos de plataformas e inteligencias artificiales. Este fin de semana han aparecido las imágenes de intérpretes colombianos radicados en Los Ángeles, como Natalia Reyes, Johanna Cure, Juan Pablo Espinosa y Julieth Restrepo, sumándose a la manifestación en las aceras de Netflix: “Lo que pasa con la huelga de actores y escritores en Estados Unidos tiene todo que ver con lo que pasa en Colombia y el resto de Latinoamérica”, escribió Reyes en sus redes, “la regulación a la inteligencia artificial y el pago justo de los derechos de nuestra imagen son cosas que hay que hablar ya”.
Las protestas del WGA y el SAG, que empezaron en mayo, son las más grandes en la historia de Hollywood. Tienen que ver con el impacto de la pandemia, pero buscan, en especial, que las nuevas tecnologías no se vuelvan pretextos para pasar por encima de los derechos de los creadores. Han producido imágenes perdurables: la presidenta de la SAG, Fran Drescher, pidiendo justicia con lágrimas en los ojos; el elenco de ‘Oppenheimer’ abandonando la premier de la película en solidaridad con el gremio; el encuentro populoso en Time Square, en Nueva York, marcado por el monólogo vehemente del actor Bryan Cranston.
Pero sobre todo han dejado, a todos los oficios y los gremios, la lección que señala Reyes en su publicación: los tiempos están cambiando, y las tecnologías están dándoles un vuelco a las artes y a los negocios, y lo más sensato que puede hacerse es regular el uso de las nuevas herramientas en las jornadas de todos e impedir que las nuevas máquinas terminen volviéndose esas déspotas ominosas que solían vaticinar las películas de ciencia ficción. No solo escritores y actores están jugándose el futuro en esas calles. Vale la pena estar atentos a ese pulso.
EDITORIAL