Una enorme explanada de 52.000 metros cuadrados, ubicada en el sector de El Corzo, localidad de Bosa, es la primera señal del avance importante que presenta la primera línea del metro elevado de Bogotá. En ese espacio se habilita el suelo para la instalación de líneas férreas, bodegas, talleres y equipos de mantenimiento para los primeros 30 trenes que albergará.
Según el gerente de la entidad, los avances en las obras de adecuación son cercanos al 70 por ciento, un 25 por ciento más de lo presupuestado para la fecha, lo que garantiza que en seis meses se pueda dar inicio a la construcción de las edificaciones propiamente dichas.
Los otros dos grandes frentes de trabajo, los intercambiadores viales de la avenida 68 y la calle 72, también avanzan a buen ritmo y los ciudadanos podrán empezar a ver los trabajos de envergadura que allí se desarrollan en los próximos meses, sin contar que ya se han invertido billonarios recursos en la compra de predios –solo hace falta la adquisición de 84 de un total de 1.427– y el traslado de redes subterráneas de servicios públicos (95 por ciento de avance), indispensable para el viaducto que tendrá 23,7 kilómetros de extensión.
Lo anterior constituye una buena noticia para los bogotanos que anhelan ver su metro en pleno funcionamiento en el año 2028. Y para ello es clave que el consorcio chino, a cargo de las obras, dé a conocer cuanto antes los estudios de diseño de ingeniería de detalle para seguir avanzando a buen ritmo.
Esto demuestra que el metro de Bogotá marcha según el cronograma, que 4.200 personas trabajan día y noche en su construcción y que, por tanto, no tienen cabida las voces que insisten en que la ciudad no tiene metro. Ya se contrató, está financiado y en plena ejecución. Más allá del debate sobre la posibilidad de que un tramo sea subterráneo, lo importante es que la primera línea elevada está cumpliendo con las expectativas.
EDITORIAL