El Praemium Imperiale, el 'Premio mundial de la cultura en memoria de Su Alteza Imperial el príncipe Takamatsu', ha sido entregado desde 1989 a pintores, escultores, arquitectos, músicos y dramaturgos: en nombre de la familia imperial japonesa, en nombre del hermano menor del emperador Hirohito, el premio busca reconocer las carreras –y las obras– que no suelen ser reconocidas por el Nobel. Que la artista bogotana Doris Salcedo lo haya recibido este 2024, el mismo año en que lo han obtenido el cineasta Ang Lee o la artista Sophie Calle, es un recordatorio de la relevancia y la fuerza que tiene su trabajo.
Salcedo, que desde el principio ha hecho arte que honra la memoria, y ha trenzado el trabajo escultórico con la investigación de los traumas de la guerra y con la crítica de la forma como se ha contado la historia del país, fue contundente desde que recibió la noticia: se trata, dijo, "de un reconocimiento de las experiencias ofrecidas por miles de víctimas de violencia política en Colombia y en el resto del mundo". Salcedo ha tenido clarísimo el propósito de poner en el centro a quienes han sido condenados al margen: Atrabiliarios (1993) es una suma de zapatos de desaparecidas en el conflicto colombiano, Noviembre 6 y 7 (2002) amontona las sillas vacías de las víctimas de la masacre en el Palacio de Justicia, Palimpsesto (2017) está hecho de huellas de migrantes fallecidos en el Mediterráneo.
Doris Salcedo no solo ha expuesto su obra en los museos más importantes del mundo, desde la Tate Modern en Londres hasta el MoMA de Nueva York, desde el Reina Sofía de Madrid hasta el Centro Pompidou de París, sino que ha recibido los más grandes reconocimientos que puede recibir una artista de nuestros días. Podría darse por sentada su importancia. Y, sin embargo, no está bien dejar pasar el hecho de que su nombre honra el Praemium Imperiale, y todo ha sido en memoria de las víctimas.