Filtración y terremoto

Aunque ya ha transcurrido más de una semana desde que el portal Politico publicó el borrador de la sentencia escrita por el magistrado Samuel Alito en la que la Corte Suprema de Estados Unidos revoca el histórico fallo Roe vs. Wade, la conmoción causada por este hecho no cesa. Al contrario, parece aumentar.

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Las consecuencias de este suceso han sido calificadas como “sísmicas” para la política y la sociedad estadounidenses y sin duda tendrán repercusión en las elecciones legislativas del 8 de noviembre. La razón es la posibilidad de que pierda validez esta providencia de 1973 a través de la cual el máximo tribunal del país del norte estableció que la Constitución protege la libertad de una mujer en estado de embarazo para decidir abortar sin excesivas restricciones por parte del Gobierno. La ponencia filtrada tendría el respaldo de por lo menos cinco de los nueve togados que conforman dicha instancia.

De darse el fallo en tal sentido, lo cual está previsto para julio y es muy factible, a juicio de los expertos, que dudan de que alguno de los magistrados cambie de opinión, este les permitiría a los estados aprobar nuevas leyes que restrinjan severamente la interrupción del embarazo e incluso prohibirla totalmente. Y es que si hay un asunto que esté en el corazón mismo de la profunda ruptura que hoy es evidente en esta sociedad es este. Mientras para muchos ciudadanos de ese país la caída de Roe vs. Wade sería una conquista sin par, quienes están en la otra orilla temen que esta providencia marque el comienzo de una seguidilla de leyes en los estados bajo control republicano que restrinjan otro tipo de derechos y libertades. Los más pesimistas se atreven, incluso, a vaticinar retrocesos en conquistas de las minorías, sobre todo. Lo anterior, a sabiendas de que es muy factible que la mayoría conservadora en la Corte perdure por varios años. Con esta bandera, el evitar que algo así ocurra, las campañas demócratas han tomado un nuevo aire y han obligado a replantear el pronóstico que apuntaba a un triunfo republicano en noviembre que le permitiría recuperar el control de las dos cámaras y quedar en una posición inmejorable de cara a las presidenciales de 2024.

Pero las repercusiones de la filtración no se limitan a la lucha por los derechos. Parte de la discusión se ha quedado en lo que implica en términos del deterioro de la confianza de la gente en este tribunal y, en general, en todo el sistema de justicia, que ya se encuentra en un mínimo histórico, según las más recientes encuestas. El hecho implica también un traumatismo severo dentro de la Corte, pues es la primera vez en su historia que llega a la prensa el texto íntegro de un fallo mucho antes de que este se produzca. Lo ocurrido mereció un severo pronunciamiento del actual presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, quien calificó lo sucedido como una “violación singular y atroz de esa confianza”.

El solo hecho de que se haya producido esta filtración es otro indicador de cuán trascendental es lo que hoy está en juego en la democracia estadounidense. Sus cimientos se sacuden y es evidente la necesidad de que la beligerancia de lado y lado le dé paso a una disposición para encontrar nuevos mínimos comunes que eviten fisuras mayores.

EDITORIAL