La importancia del inglés en el mundo actual no tiene discusión. Unos 60 países lo consideran su lengua oficial, es la lengua materna de 400 millones de personas y más de 1.000 millones lo hablan como segundo idioma. Es la lengua de preferencia en la comunicación científica y tecnológica, al punto de que anglicismos como internet o microchip se han vuelto inevitables para describir la realidad que nos rodea.
La mayoría de los estudios científicos en revistas académicas son escritos en ese idioma. El entretenimiento global, desde la música pop hasta las series y películas de Hollywood, también está dominado por la lengua de Shakespeare. Y saber inglés es la manera más común en que dos personas que hablan idiomas distintos pueden comunicarse, por eso es la lengua de la diplomacia, el turismo y la política internacional.
Estas razones hacen que el conocimiento del inglés haya dejado de ser un lujo, que solo se podían permitir los estudiantes de colegios bilingües o quienes podían costearse cursos particulares, y se haya convertido en una competencia básica, tan necesaria como las matemáticas o la geografía.
Por eso resulta inquietante que el país haya quedado como el cuarto peor en Latinoamérica en conocimiento de este idioma. Así lo reveló el último Índice de Dominio del Inglés de la entidad Education First, en el que Colombia ocupó el puesto 75 entre 113 países, un desempeño clasificado como ‘bajo’ por el estudio.
Este resultado no se compadece con los retos que la modernidad les plantea a los jóvenes colombianos, quienes, si deseamos que sean competitivos en un mercado laboral cada día más exigente y globalizado, deben ser capaces de expresarse en esa lengua.
El lánguido desempeño del país en esta evaluación señala un rezago que merece ser atendido urgentemente por las autoridades educativas. Nuestros estudiantes no deben salir de la escuela sin una de las competencias comunicativas indispensables para navegar en el mundo contemporáneo.
EDITORIAL