Con 24 metales regresó de Tokio la delegación colombiana que tomó parte en los Juegos Paralímpicos 2020. De ellas, tres fueron doradas, siete plateadas y catorce de bronce, la presentación incluyó dos récords mundiales: el del nadador Nelson Crispín en los 200 metros combinados SM6 y el de José Lemos en el lanzamiento de jabalina F38. Se trata, que no quede duda, de una gesta brillante que merece una ovación de todo el país.
Y con la ovación, un sincero reconocimiento al trabajo que viene realizando el Comité Paralímpico Colombiano. De esta manera se mantiene una senda ascendente en cuanto a resultados: bastante va de las dos preseas logradas en Pekín 2008 (una de bronce y una de plata) a las 24 obtenidas en las justas de la capital japonesa. Qué mejor evidencia de que se están haciendo las cosas bien, de que los recursos han sido debidamente aprovechados, de que el esfuerzo ha sido notable y de que la planificación del ciclo olímpico ha sido ejemplar. Valga decir que el deporte paralímpico tuvo que enfrentar los mismos desafíos que tantos otros atletas en el mundo han debido sortear a raíz de las restricciones impuestas para hacerle frente a la pandemia de covid-19. Así que si faltaran méritos, aquí tenemos uno más.
Sirve también para tener una perspectiva clara del éxito subrayar que solo Estados Unidos y Brasil superaron a Colombia en el medallero. Aquí, el país estuvo muy por encima de las naciones del área, lo que incluye a tradicionales referentes como Argentina y México.
Los y las integrantes de la representación colombiana lograron destacarse, subir al podio, cosechar diplomas y, sin duda, emocionar a todo un país, pero sobre todo enviaron un mensaje de fortaleza y resiliencia del que debemos tomar nota todos los colombianos. En especial en un momento como este, cuando el país tiene el deber de echar mano de su espíritu y tesón, pues se transita por una senda en la que no faltan sino que, por el contrario, abundan las adversidades.
Sigue, así mismo, abierto el debate sobre si ha llegado el momento de que las disciplinas paralímpicas se entremezclen con las restantes.
Se trata de héroes por partida doble: por su desempeño en las competencias y por la manera como han sabido sobreponerse a las dificultades que han tenido que enfrentar a lo largo de su trayectoria vital. Si bien todos y cada uno de los 69 integrantes de la delegación –la más numerosa de la historia– tienen méritos de sobra, y ni hablar de quienes lograron colgarse medallas, desempeños como el de Crispín –que además de la mencionada marca mundial conquistó una medalla de oro, dos de plata y una de bronce, y el del también nadador Carlos Serrano, que obtuvo una dorada, una plateada y dos de bronce- merecen un realce especial; nunca antes en el deporte colombiano se habían registrado actuaciones individuales de este talante.
Quedan, pues, la emoción y el ejemplo de estos deportistas, que trasciende, como hemos dicho, la esfera de los escenarios deportivos y ha de tocar muchas otras fibras. Sigue, así mismo, abierto el debate sobre si ha llegado el momento de que las disciplinas paralímpicas se entremezclen con las restantes, sin que existan dos justas y dos medalleros, para así darle sentido pleno al valor de la inclusión que de tiempo atrás guía, por suerte, al Comité Olímpico Internacional.
EDITORIAL