Hace unos días, la firma de información y análisis financiero S&P Global publicó el ‘Anuario de sostenibilidad 2021’, en el cual se revisan los estándares de sostenibilidad de las principales compañías del mundo. El informe incluye la evaluación de las estrategias en materia ambiental, social y de gobernanza corporativa –ESG, por sus siglas en inglés– de más de 7.000 empresas en 61 industrias de la economía global.
De este universo de 7.000, solo 631 compañías fueron seleccionadas para ser incluidas en la publicación por sus positivas puntuaciones. La buena noticia es que 14 empresas colombianas clasificaron ese corte e integraron esta cohorte de buenas prácticas internacionales en ESG. Por ejemplo, de las 70 en la categoría Oro están Bancolombia y Grupo Nutresa, mientras que en Plata están Cementos Argos, Grupo Argos y Suramericana; y en Bronce, Celsia, ISA y Colombina. Las seis restantes son consideradas del Anuario: Banco de Bogotá, Promigás, Terpel, Ecopetrol, Davivienda, Éxito, el Grupo Energía de Bogotá y su filial TGI. Detrás de reconocimientos internacionales como el de S&P Global y su Anuario están esfuerzos corporativos cada vez más focalizados dentro del mundo empresarial colombiano para fortalecer sus indicadores en materia de sostenibilidad. Esto incluye, por ejemplo, estrategias de manejo del impacto ambiental, de relaciones con los grupos de interés y comunidades, atracción del talento, equidad de género, entre otros aspectos.
El giro de una parte más creciente de las grandes empresas colombianas hacia la inclusión de criterios ESG en su forma de hacer negocios es una tendencia que debe mantenerse y robustecerse. Es un paso firme en la dirección correcta. Más que una jugada de relaciones públicas o de reputación mediática, estas hojas de ruta corporativas en lo social, ambiental y de inclusión son cada vez más complejas e impulsadas desde las juntas directivas, a sabiendas de cuáles son las demandas y sensibilidades de estos tiempos.
EDITORIAL