Los trenes eléctricos de la Sabana, más conocidos como Regiotram, que prometen ser el paso decisivo para garantizar la movilidad de miles de ciudadanos que habitan en municipios aledaños a Bogotá, enfrentan hoy varios obstáculos que, si bien no son insalvables, podrían generar retrasos importantes. En buena media, esto se debe a la serie de condicionamientos que ahora les hace el Gobierno Nacional, su principal financiador.
En las últimas dos décadas, la población de la Sabana ha crecido el equivalente a una Barranquilla. O tres veces la población de Cúcuta, esto es, casi dos millones de personas, fruto del incesante urbanismo, el auge de corredores industriales y la migración de familias bogotanas ante la falta de oferta de vivienda en la ciudad. Lo anterior hizo que la movilidad en la región se volviera un infierno. Y no solamente en el corredor occidental o en el norte: todos los s a Bogotá y las salidas de la ciudad son caóticos. Y entonces los Regiotram surgieron como un modelo de transporte ágil, limpio y efectivo para aliviar la situación de los s.
El Regiotram de Occidente es el más avanzado. Unirá a Bogotá con Facatativá, gracias al cofinanciamiento de la Nación, y beneficiará a Funza, Mosquera y Madrid. Son 40 kilómetros, de los cuales 15 estarán dentro de la capital. En el centro de la ciudad, se conectará con la primera línea de metro que se construye, y su costo asciende a 3,4 billones de pesos. Hoy, no obstante haber sido adjudicada la obra, esta se encuentra en pausa, pues la Agencia de Licencias Ambientales (Anla) archivó los permisos que en ese sentido había solicitado el proyecto.
Los Regiotram van en la línea con el Ejecutivo de apostar por alternativas limpias en materia de transporte público.
La razón que se adujo es que la empresa férrea no había respondido varios de los requerimientos que se le hicieron alrededor de las licencias ambientales. Ahora el proceso debe comenzar de cero, razón por la cual el grueso de la obra se suspendió, hecho que lamentaron las autoridades tanto de Bogotá como del departamento.
En el caso del Regiotram del Norte, la situación tiene que ver con otra decisión del Gobierno Nacional, en particular del Ministerio del Transporte. Este otro tren eléctrico pretende conectar a Chía, Cajicá y Zipaquirá con la capital del país. La estructuración se presentó en el mes de agosto, y tendrá 17 estaciones, movilizará 150.000 pasajeros, se extenderá a lo largo de 48 kilómetros y costará 9,1 billones de pesos.
Si bien la iniciativa ha recibido algunas críticas por su diseño, ya que afectará cruces peatonales y de bicicletas, el obstáculo más serio que enfrenta es la reciente decisión del Ministerio de Transporte de que el trazado de la línea férrea debe ser compartido con los trenes de carga y logística. Más aún, la entidad condiciona este requisito para cofinanciar el proyecto. Ello significaría un retraso enorme y un inconveniente más para la ciudad.
El incierto panorama es, por decir lo menos, una paradoja. En especial porque los Regiotram van en la línea con el Ejecutivo de apostar por alternativas limpias en materia de transporte público. Estas dos iniciativas presentan avances y ya existen los documentos Conpes que los avalan, ponerles cortapisas envía un mensaje equívoco tanto para inversionistas como para la ciudadanía en general. Ojalá se resuelva pronto.
EDITORIAL