Es un compromiso del país: crear, como se establece en la Ley de Víctimas, un Museo de la Memoria de Colombia. Se trata de reivindicar a las víctimas del conflicto armado. Pero la construcción, que empezó mucho después de la promulgación de la norma, y se ha alargado por cerca de cinco años y sigue inconclusa por culpa de las improvisaciones, se ha convertido –tal como señala un artículo de EL TIEMPO ayer– en un controversial monumento "a la ineficiencia estatal y el olvido institucional".
Quien se acerca a la obra, en la calle 26 con avenida de las Américas de Bogotá, se encuentra con una edificación gris de 14.000 metros cuadrados rematada por unas puntas que parecen púas. De lejos parece abandonada. Pero los encargados de poner en marcha la idea están convencidos de que será concluida.
La directora del museo, Adriana González, reconoce que ha habido problemas tanto a la hora de conseguir los recursos como en el momento de consolidar un equipo que trabaje en los guiones del proyecto, pero piensa que puede estar lista en 2026. La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica, María Gaitán, recuerda que todo hace parte de un proyecto urbano pensado para las víctimas –y que comprende varios lugares emblemáticos en el centro de Bogotá– llamado El Eje de la Paz y la Memoria.
Y, sin embargo, los retrasos en las entregas, las fallas en la construcción, los serios problemas de financiación, las alertas de la Procuraduría, los hallazgos de la Contraloría y las sanciones de miles de millones de la Agencia Nacional Inmobiliaria, que han marcado la edificación, crean la sensación de que el museo puede acabar siendo otra obra inconclusa.
Por las víctimas de la guerra, por la historia de tanta violencia que ha sucedido en Colombia, resulta una obligación moral redoblar esfuerzos para que el museo virtual –que será presentado el próximo 9 de abril– sea también un museo real.