La pobreza multidimensional es el indicador que refleja el grado de vulnerabilidad que recae sobre un hogar o conjunto de personas. Porque devela no solo el a servicios esenciales, sino la calidad de la atención que se recibe en términos de salud, educación, vivienda, empleo o una combinación de todas ellas. Y el informe más reciente del Dane, la autoridad en materia de datos del país, deja ver el retroceso en este aspecto en el 2020 a causa de la pandemia. Situación de la que no escapó Bogotá, que en la última década había mostrado mejoras en este frente.
Si bien la capital ha sido de las ciudades más golpeadas con la crisis, para el caso que nos atañe hay que decir que su situación no es crítica si se la compara con otras regiones. En una situación atípica, la emergencia sanitaria provocó una respuesta efectiva en el al sistema de salud, aunque impulsada, sobre todo, por la no presencia de niños y jóvenes en el sistema escolar, lo cual evitó que tuvieran que acudir a los centros médicos por enfermedades comunes.
Lo contrario sucedió con la educación, en la que la inasistencia escolar (no deserción) tuvo un incremento a raíz de la falta de herramientas tecnológicas que permitieran a niños y niñas asistir virtualmente a sus clases. Cifras que, según el Dane, se incrementaron entre 2019 y 2020, dado el fenómeno migratorio –hogares venezolanos–, que en ese lapso llevó a 45.000 personas a un estado de pobreza multidimensional impulsada, entre otras causas, por la inasistencia escolar.
Y este es un tema al que hay que ponerle mucha atención. Según la entidad, de los 2,3 millones de hogares en pobreza multidimensional que hay en el país, el 11,7 por ciento ya cuenta con al menos un miembro de procedencia venezolana. De ahí que todo lo que se haga por mejorar sus condiciones de vida tendrá un impacto directo en esta materia. En Bogotá, esa procedencia está por encima de la media nacional: 13,37 por ciento de los hogares de la ciudad cuentan con una persona venezolana.
En hogares en los que reside al menos un venezolano, la incidencia de la pobreza multidimensional pasó del 21,1 % en 2019 a 35,2 % hoy.
Como bien lo explica el director del Dane, Juan Daniel Oviedo, en entrevista hoy a este diario, la incidencia del fenómeno hizo que las cifras de pobreza multidimensional pasaran de 7,1 a 7,5 por ciento en el casco urbano, pero –visto en detalle– esto significa que en hogares donde hay un migrante venezolano, la incidencia de la pobreza multidimensional pasó del 21,1 por ciento en 2019 a 35,2 por ciento hoy.
El otro frente que preocupa en el caso de la capital es la informalidad. La pandemia disparó este indicador: de 54 por ciento de hogares en esa condición, a 59,8 por ciento, uno de los más altos del país. Es decir, hoy en Bogotá, en al menos 6 de cada 10 hogares hay una persona que trabaja sin tener a seguridad social.
Todo este acervo de indicadores resulta clave para la toma de decisiones de política pública, como de hecho ya se viene haciendo con la estrategia de rescate social de la Alcaldía. Ayer, por ejemplo, la Secretaría de Educación entregó la tableta 102.000 a niños y niñas para garantizar su aprendizaje. Pero el camino por recorrer es alto e involucra a todos los sectores de la sociedad. Salir de los actuales niveles de pobreza demandará compromisos que estén por encima de intereses particulares o partidistas.
EDITORIAL