El comentario lógico y casi nostálgico ante los problemas cotidianos en Bogotá, en esta ciudad que se dice es de todos, los nativos y los adoptivos, es que se ha perdido la cultura ciudadana. Un par de palabras que se traducen en respeto por los demás, por sus derechos, por las normas y por la ciudad misma.
Lograrlo necesita mucha conciencia, esfuerzos comunes y, sobre todo, educación. Pero a veces hay buenas nuevas. El domingo pasado la capital del país arrancó una bonita campaña, que ojalá pronto dé sus primeros frutos, denominada ‘Bogotá, mi ciudad, mi casa’, en busca, entre otros propósitos, de fortalecer el sentido de pertenencia, dejar de lado la apatía y querer más a la ciudad. En resumen, cultura ciudadana, que no tenía un impulso claro y sostenido, tal vez desde la primera alcaldía de Antanas Mockus, entre 1995 y 1997. Muchas aguas de la indiferencia y el desdén han corrido bajo los puentes.
A veces, como se dice popularmente, no hay mal que por bien no venga, después una clara demostración de unidad como lo fue el esfuerzo de más de 1.000 personas entre bomberos, Defensa Civil, Fuerzas Militares, Cruz Roja, además de otras entidades, en la tarea de apagar los incendios forestales de comienzos de año en los cerros tutelares de la ciudad, prendió la chispa de unos creadores al ver que no estamos perdidos si todos nos unimos, si echamos mano de la voluntad creadora.
Y ya estamos, gracias a la Secretaría de Cultura de Bogotá, en la primera de tres etapas de una campaña que estará por toda la ciudad, inclusive con audiovisuales, que los capitalinos comenzaremos a ver y sentir, para entender los fenómenos negativos que nos afectan, como movilidad, respetar las normas de tránsito, no evadir el pago de pasajes, el cuidado del espacio público, etc. Bogotá es la casa de una familia de más de ocho millones de personas que se necesita tener ordenada, amable, acogedora y en la que dé gusto vivir. Ese es el propósito.