De tiempo atrás se viene advirtiendo sobre la difícil situación que se vive en Tuluá. Los hechos del pasado fin de semana, que dejaron varios vehículos incendiados e incluyeron el vil asesinato del agente de tránsito Jonny Castaño y un ataque sicarial más, que causó heridas de gravedad a su compañero César Hernández, obligan a las autoridades locales, departamentales y nacionales a establecer qué es lo que allí sucede y proceder a actuar. Todo esto se habría producido como respuesta a la captura de Mauricio Marín Silva, alias Nacho, segundo al mando de la banda ‘la Inmaculada’, quien apenas el año pasado había quedado en libertad por vencimiento de términos. Es hermano del comandante de esta organización criminal, Andrés Felipe Marín Silva, quien, paradójicamente, se encuentra hoy tras las rejas.
Según ha denunciado el propio alcalde Gustavo Vélez, el también llamado Corazón del Valle sufre por el actuar de dicha estructura criminal, que lleva varios años instalada en la zona, controlando distintas actividades delictivas –incluidas rutas del narcotráfico que pasan por ahí–, alcanzando un poder de intimidación grande. También ha logrado un nivel muy preocupante de infiltración en las instituciones, sobre todo en el Departamento de Movilidad, según denunció. El año pasado fueron asesinados otros tres funcionarios de esta misma dependencia.
Ya en el pasado reciente, la propia Corte Suprema de Justicia se había pronunciado en apoyo a los jueces y demás funcionarios judiciales del municipio. También se recuerda con dolor el asesinato del periodista Marcos Montalvo, el 19 de septiembre de 2021, crimen que sigue en la impunidad en la medida en que la justicia solo ha actuado sobre autores materiales, sin esclarecer quiénes fueron los intelectuales. Montalvo denunció en varias ocasiones presuntos vínculos entre el crimen organizado y funcionarios municipales. Como es la constante con este tipo de grupos delictivos, y ocurre no solo en Tuluá, ‘la Inmaculada’ ha conseguido un importante grado de control sobre la vida cotidiana de manera silenciosa, a punta de extorsionar e intimidar y dar muestras de su capacidad de ejercer violencia.
Es fundamental que el Estado en todos sus niveles se muestre firme y eficaz frente a las bandas que buscan desplazarlo.
Lo que corresponde aquí es que los gobiernos –local y nacional– se muestren fuertes y firmes frente al crimen. Ya vendrá el momento de evaluar si una organización de este tipo merece un espacio en la llamada ‘paz total’, aunque debe quedar claro que jamás será por la vía del chantaje. Bienvenido el apoyo que recibió el alcalde Vélez de Policía y Ejército. Y tras el ineludible ejercicio de aplicación de la ley que llevó a la captura de alias Nacho, lo que corresponde es garantizar que ni él ni su hermano encuentren en prisión los medios y condiciones para continuar con su actividad delictiva. Por el bienestar y la tranquilidad de la ciudadanía, urge también tener claro hasta dónde ha llegado la denunciada infiltración y, de comprobarse, garantizar que se extirparán los tentáculos de ‘la Inmaculada’. Tuluá puede ser un caso ejemplar, de cara a otros lugares del país que viven historias similares, de respuesta del Estado a las mafias que pretenden –al mejor estilo de otros países– llegar a reemplazarlo de manera sutil y no siempre visible. Es mucho lo que está en juego.
EDITORIAL