Tendencia destacable

En medio de los desafíos que enfrenta la economía colombiana, los cuales incluyen un crecimiento modesto y una situación fiscal desafiante, resulta alentador el reporte que entregó el Dane la semana pasada respecto al comportamiento del mercado laboral a comienzos de 2024. Según la entidad, el desempleo a nivel nacional se ubicó en 11,6 por ciento en enero, un punto porcentual menos que en igual mes del año pasado.

Sin duda, un guarismo de doble dígito en dicho índice no parece merecer una gran celebración, y más cuando se tiene en cuenta que en diciembre la cifra fue muy inferior a la señalada. De acuerdo con las cuentas oficiales incluidas en el boletín más reciente, más de tres millones de personas que están en el proceso de buscar trabajo no han logrado encontrarlo.

No obstante, es importante señalar que los días que siguen a la época navideña son los más difíciles en lo que atañe a creación de plazas de trabajo. Por razones estacionales, ocupaciones temporales desaparecen y ello incide en que mucha gente se sume a las filas de los sin empleo cuando cambia el calendario.

Aun así, la tendencia merece destacarse. El motivo es que la población ocupada habría aumentado en 878.000 individuos al arrancar el año, hasta 22,9 millones de ciudadanos. En concreto, 12 de 13 macrosectores considerados engancharon personal, destacándose las categorías de comercio y reparación de vehículos; alojamiento y comidas; y sector público.

Ante lo sucedido los analistas reaccionaron con algo de sorpresa. Ahora varios han corregido sus proyecciones, que apuntan a un desempleo algo menor de lo que se pensaba, debido a la resiliencia del mercado laboral.

Pero, así como una golondrina no hace verano, sería equivocado apoyarse en un balance mensual favorable para afirmar que el panorama se encuentra despejado. Las numerosas incertidumbres que existen, tanto en el plano local como internacional, dejan en claro que los vientos cruzados son más fuertes ahora, lo cual atenta contra la apertura de vacantes.

Debido a ello, hay que volver a insistir en la necesidad de un plan de reactivación que estimule la inversión privada y el desempeño de los renglones intensivos en mano de obra, con el fin de que una tasa de desempleo de un dígito sea la constante y no la excepción. Tanto el ramo edificador como la infraestructura, para citar dos áreas con encadenamientos en otras actividades productivas, merecen ambientes más propicios que los actuales, aun en medio de la crisis que golpea las finanzas públicas.

Tampoco se puede olvidar la necesidad de avanzar en la meta de la formalización. Si bien la reforma laboral que tramita el Congreso incluye artículos que protegen a parte de los trabajadores que reciben las prestaciones y beneficios que estipulan las normas, al tiempo que cambiaría el estatus de los domiciliarios, la verdad es que la propuesta se queda muy corta a la hora de atacar el problema.

De hecho, múltiples analistas han señalado el peligro de que la iniciativa, al aumentar sobre todo los costos de despido, lleve a la indeseable consecuencia de estimular la informalidad. Retroceder en ese campo sí que sería una equivocación, pues tendría repercusiones negativas sobre la pobreza y la desigualdad.