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Raquel Ércole: la preciosa actriz que personificó el mal

Murió a  los 81 años. Fue una de las más reconocidas figuras de la televisión nacional.

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Raquel Ércole, por su porte, su talento y su belleza, era reconocida por la gente del medio del espectáculo como la ‘Sofía Loren colombiana’; sin embargo, su gusto personal y su iración total se centraban en la figura de otra diva italiana: Anna Magnani: “Me encantaba porque sus personajes fueron duros y desalmados, con pocas excepciones. Viendo sus películas y su trabajo la enseñanza que deja es toda”, dijo en una entrevista en EL TIEMPO en el 2013.
La comparación con Sofía Loren nacía de su belleza legendaria. Ércole tenía unos rasgos latinos muy bien definidos y una mirada penetrante tan poderosa como la de la actriz italiana.
Yo recuerdo a Raquel como una mujer culta, elegante, bien vestida, linda, cuidada siempre”, afirmó su colega Judy Henríquez, tras enterarse de la muerte de Ércole, ocurrida ayer.
Según ha trascendido, la actriz y su hija Patricia, también actriz, volvieron a Bogotá de Palomino, en La Guajira, en la noche del domingo, donde pasaban vacaciones. Se acostaron, pero Raquel no se despertó.
Lo que hay que decir hoy es que con su muerte se va otro de los sellos de la televisión colombiana que, este 2021, ha sufrido la desaparición de Carlos Benjumea y Alí Humar, entre otros inmensos actores, que le dieron al medio reconocimiento.
***
Nacida en Neiva el 20 de febrero de 1940, Raquel Ércole Ramírez empezó su vida como lo dicta la tradición de su tierra: bailando música folclórica.
Llegó a Bogotá muy niña con su familia. Y cuando les dijo a sus papás que quería seguir en la danza, los dividió. En una entrevista en este diario, en el 2013, narró que su papá (Guido) dijo que no, que quería que fuera profesional.
Mamá (Dila) me apoyó. Yo quería ser bailarina flamenca, me fascina esa música, pues me transporta, hay algo especial que me hace hervir la sangre. Más adelante dije que sería bueno hacer clásico como complemento para el flamenco y estudié con Kiril Pikieris, luego tomé talleres de teatro en los sótanos de la Jiménez, con Fausto Cabrera, siempre para intentar aprender a interpretar en el baile, no para convertirme en actriz”, contó.
El día que dejes de sentir nervios antes de entrar a escena, así tengas 90 años, retírate
Pero terminó en la actuación porque a finales de los años 50 la televisión se empezó a desarrollar en el país y necesitaban figuras que, como ella, estuvieran en el universo teatral para hacer más fácil la labor del medio que había llegado.
En ese momento ya eran reconocidas figuras como Bernardo Romero Pereiro, Boris Roth, Teresa Gutiérrez, Víctor Mallarino papá, entre muchos otros nombres.
Ércole, que estudió con maestros como el legendario director japonés Seki Sano, considerado el “padre del teatro en México”, y que fue traído al país para formar a estas generaciones que iban directo para la televisión, recordaba que este le decía: “El día que dejes de sentir nervios antes de entrar a escena, así tengas 90 años, retírate”. Por eso, ella siempre tuvo no solo responsabilidad en su trabajo, “sino el respeto por mí, por el personaje y por un público. Entrego mi vida, y dar el primer paso en el escenario me mueve el corazón a mil, produce un mariposeo en el estómago. Es estresante y delicioso. Es una mezcla de emociones y sentimientos, y lo capitalizo para crear”.
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Sus caracterizaciones de malvada fueron de leyenda. Lorenza de Acevedo, en La pezuña del diablo, es quizás el más recordado. Pero también hizo personajes blancos, como el de El hijo de Ruth, donde David Stivel, según contaba, la ayudó a cambiar el ‘chip’.
El personaje hizo que mi corazón volviera a latir
En el 2013 volvió al teatro tras 20 años de no pisar las tablas. Lo hizo en La ceguera del halcón, en el antiguo Casa E, en Bogotá, hoy Casa E Borrero. Fue una pieza de 15 minutos con la historia de una actriz, Bárbara, famosa en su juventud y olvidada en su vejez, un personaje que cautivó al público y con el que Ércole recibió aplausos de pie en cada presentación. Muchos de los asistentes lloraban al ver la trascendencia de su actuación.
Este personaje siempre lo agradeció. Alejandra Borrero, directora de esa casa teatral, la buscó luego de la muerte de su esposo, Lizardo Díaz, el inolvidable Felipe de Los Tolimenses, en el 2012, con quien Ércole estuvo casada durante 54 años y cuyo fallecimiento la encerró.
“El personaje hizo que mi corazón volviera a latir… Después de la partida de mi viejo no quería saber de nada. Me encerré en mí misma. No quería televisión ni nada. Johan Velandia (escritor y director de la obra) pensó en mí, se lo comentó a Alejandra. Ella me llamó. Al principio dije no, pero insistió y pidió que lo viera y leyéramos el libreto antes de tomar una decisión. La historia me impactó, oré mucho y le pedí al alma bendita de mi viejo que me iluminara sobre qué hacer; por un lado estaba el deseo de hacerlo, pero también el no sentir las energías. Esa noche, no sé qué pasó en mis sueños, pero al otro día acepté”, le contó a EL TIEMPO.
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Raquel Ércole fue una de las primeras estrellas de la televisión colombiana.

Raquel Ércole fue una de las primeras estrellas de la televisión colombiana. Foto:Héctor Fabio Zamora. / Néstor Gómez. EL TIEMPO

Su matrimonio con Díaz no solo le dejó tres hijos: Patricia, Guido y César, sino que se convirtió en uno de los más estables de la televisión. La pareja hizo los largometrajes Amazonas para dos aventureros, Y la novia dijo y Amenaza nuclear con la productora familiar.
Judy Henríquez, que también estuvo casada con un reconocido director y guionista, Bernardo Romero Pereiro, dice que, aunque en su momento ambas fueron viudas de la televisión, sus matrimonios fueron estables porque “nos casamos con personas que conocían el medio y sabían, como nosotras, que las cosas debían durar. Eso ayudaba mucho aunque mis hijas me han hablado de tiempos en los que no estuve por estar trabajando”.
(Puede leer también: Murió el actor Rey Vásquez).
A Ércole, esto último la llegó a afectar en su vida familiar: “Una vez, en mi casa, mis hijos me dijeron que me estaba comportando como esos personajes; tal vez me había llevado sus angustias y frustraciones”, le dijo a este diario.
Raquel Ércole hizo parte de un grupo de actrices muy importantes de la televisión colombiana, en el que se han destacado Judy Henríquez, Margalida Castro, Consuelo Luzardo y Dora Cadavid, así como las fallecidas María Eugenia Dávila y Lucero Galindo.
Kepa Amuchastegui, otro gran actor y director colombiano, la recuerda con un inmenso cariño porque, entre otras cosas, actuaron juntos en La pezuña del diablo, en 1983: “En ese momento, ella ya era una actriz muy reconocida en el medio, pero yo no, que venía de ser famoso en el teatro, un universo más reducido. Raquel fue una maravillosa consejera, ayudándome a ver cómo era actuar en televisión, junto con el director, David Stivel. Hablar con ella, estar a su lado, fue esencial porque con este personaje del conquistador Juan Mayorga me volví el más famoso de un día para otro”.
Raquel Ércole.

Raquel Ércole. Foto:Archivo Particular

También recuerda que tras el terremoto de Popayán, ese mismo año, de común acuerdo con la productora, RTI, y las autoridades payanesas, los actores de la telenovela viajaron, días después de la tragedia, a la capital del Cauca, “para que hiciéramos un desfile y alegrar a las personas. Yo iba con ella en un jeep descapotado, pero me ganó el dolor de ver la destrucción de la ciudad y la gente, que en medio de lo que les pasaba nos saludaba con gran cariño. No resistí y empecé a llorar como un niño chiquito. Raquel no solo me consoló, sino que pidió que me llevaran de regreso al hotel. Nunca podré olvidar ese acto de generosidad”.
Por el camino se volvieron a encontrar en Juegos siniestros, una serie que Amuchastegui dirigió para Coestrellas, en la que también estuvieron Florina Lemaitre y Diego León Hoyos. “Nos despedimos de una actriz muy importante que no se olvidará”, agregó Amuchastegui.
Nos deja una hermosa carrera, con personajes inolvidables
Consuelo Luzardo, por su lado, dijo que destacaba su capacidad actoral y su gran sentido del humor. “Nos conocimos desde muy jóvenes, aunque no fuimos de la misma escuela teatral. No solo recuerdo su belleza, sino que fue esgrimista y tuvo una academia de ballet a la que asistió mi hermana Celmira”.
Actuaron juntas en La pezuña del diablo, entre otras, “y nos deja una hermosa carrera, con personajes inolvidables”.
El 0597 está ocupado, En nombre del amor, La alondra, Impaciencia del corazón, Un ángel de la calle, El enigma de Diana, Cartas a Beatriz, La sombra de un pecado, Una vida para amarte, Bajo el ardiente sol, Los novios, El ángel de piedra, Las ejecutivas, Perro amor, El auténtico Rodrigo Leal y Secretos de familia fueron algunas de las producciones en las que participó.
Ércole decía que siempre aprendía algo de sus personajes. El de Diana, en El enigma de Diana, la llevó a retomar pintarse las uñas de rojo, como en su juventud. Y a veces, para sacar la esencia maligna de varias caracterizaciones, luego de grabar, manejaba hasta Chía, con tal de sacarse la energía de las muchas malas que personificó.
En su casa la esperaba su esposo con el buen humor de Los Tolimenses. Seguro ya se volvieron a encontrar.

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