El pasado 27 de octubre se presentó un hito histórico cuando
Claudia López, con más de un millón de votos, se convirtió en la primera alcaldesa electa por voto popular en Bogotá; hecho que, como lo cataloga el editor político de EL TIEMPO, Armando Neira,
fue un “fogonazo” que iluminó la noche de la jornada electoral. Pero el amanecer, fue de desilusión a nivel nacional.La participación de la mujer disminuyó considerablemente, no solo en las mujeres postuladas a los cargos sino también en las elegidas; con respecto a las alecciones del 2015 se perdieron dos gobernaciones lo que se traduce en tan solo un 6 por ciento de participación femenina.
En cuanto a las alcaldías municipales, las mujeres tampoco tuvieron un gran protagonismo. De los 1.101 municipios de Colombia, solo 130 tendrán una mujer como gobernante, lo que se convierte en una participación del 12 por ciento; esto muestra que a pesar de la Ley de Cuotas, la cual exige un mínimo de 30 por ciento de la participación femenina en los partidos políticos, las mujeres no están teniendo la posibilidad concreta de acceder al poder.
Pero uno de los panoramas que más preocupa es el hecho de que en los departamentos como Cesar, La Guajira, Guainía, Vichada, Amazonas, Arauca, Risaralda, Guaviare y San Andrés y Providencia, no hay ninguna mujer en las alcaldías municipales; paradójicamente, regiones donde más se presenta violencia contra mujeres y niñas.
Es decir que en dichos departamentos, las políticas públicas en tema de género serán decididas en su totalidad por hombres, algo que realmente preocupa, ya que como afirma Neira, en dichas decisiones faltaría la mitad del país, que son las mujeres.
A pesar de ello se presentaron dos hechos que también marcaron un precedente: la elección de dos alcaldesas indígenas en los municipios de Cubará (Boyacá) y Silvia (Cauca).
Esta brecha en el panorama político es un problema de raíz. Según Neira, “los partidos políticos deberían tener a más mujeres en lista, deberían impulsar más a las mujeres en los cargos de importancia”. Sumado a que estamos en un país, como todos los de América Latina, masculinizado y que ha normalizado escoger hombres sobre mujeres.
Y las cifras de los votantes lo corroboran. El miedo a votar por una mujer aún persiste; según el Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane) el 62 por ciento de los electores jamás ha votado por una mujer.
En la competencia por los cupos electorales se vio cómo en varios municipios del país hubo una ola de 'campañas sucia' contra las mujeres, deslegitimando el poder de ellas para gobernar.
En el podcast de esta semana de No Es Hora De Callar, Armando Neira, editor de Política de EL TIEMPO, nos cuenta las cifras, los alcances y el panorama de la participación femenina en la política después de los comicios del pasado 27 de octubre.
NO ES HORA DE CALLAR