El exministro de Comercio Exterior y dirigente gremial, Jorge Humberto Botero, es escéptico con los resultados concretos del discurso del presidente Petro ante la ONU. Por el contrario, cree que puede ser en unos puntos hasta contraproducente. Y le preocupa la desfinanciación en salud y en defensa.
¿Qué puntos del discurso del presidente Gustavo Petro en la Asamblea de la ONU merecen su análisis?
Son cinco puntos. Primero, junta peras con manzanas. Segundo, no busca aliados sino culpables. Tercero, asume vocerías que nadie le ha concedido. Cuatro, las propuestas son débiles. Y cinco, la vaguedad de las propuestas probablemente implicarán que nadie le responda.
Empecemos por lo de las peras con manzanas.
Siempre hemos tenido claro que hay tres problemas graves que nos afectan: el de las drogas ilícitas, el de la deforestación y el de la necesaria sustitución paulatina de combustibles fósiles. Algunos de estos temas tienen vasos comunicantes. El tema de la deforestación pues evidentemente está asociado con el cultivo de coca en zonas selváticas. Pero siempre hemos entendido que son problemas distintos, con sus propias dinámicas, con actores diferentes. Petro junta todos esos problemas en uno solo y eso hace mucho más difícil desatar ese nudo gordiano. Cada uno de los temas requeriría un tratamiento diferente.
Perfecto. ¿Cómo es lo de que busca culpables y no aliados?
Fue muy notable que en vez de salir al mundo a buscar aliados para una causa, que es de Colombia, pero que solos no tenemos la potestad de afrontar porque incumbe al mundo, Petro resolviera señalar culpables. Uno es lo que él llama el poder mundial, no sabemos qué es exactamente, si son los países desarrollados, si son cierta élite mundial. No, él llama eso el poder mundial.
Uno habría pensado que se está refiriendo a los países ricos, a Estados Unidos, a Europa.
Que son cruciales para resolver los problemas de drogas, deforestación y combustibles fósiles. No los menciona, pero los implica, hay una mención implícita. Y el otro gran enemigo para Petro es el capitalismo.
¿Usted sí cree, como lo dice, con gran orgullo, Timochenko de las Farc, que este fue el gran ataque de Petro contra el capitalismo?
Sí, fue un ataque muy interesante de Petro contra el capitalismo, pero no tiene nada de novedoso. Si uno lee las palabras del discurso de Petro y las compara con el discurso de aceptación del premio Nobel por Gabriel García Márquez, pues encuentra las mismas. Pero si va más atrás, encuentra un libro icónico de Eduardo Galeano del año 1971 que se llama Las venas abiertas de América Latina y en ese libro, que inspira tanto a García Márquez como a Petro, en su primer párrafo se dice que nuestros países de América Latina son perdedores y que los culpables son los países desarrollados. O sea, todo lo malo que nos pasa es culpa de terceros. Lo que es bien interesante anotar es que poco antes de morir Galeano dio un reportaje y dijo: ‘No volvería a leer ese libro que escribí, jamás en la vida. Me arrepiento de haberlo escrito. Yo no sabía lo suficiente de economía y de política cuando lo escribí’. O sea que el gran referente de García Márquez y de Petro pues es un libro que su propio autor dio por superado. Sí, hay un ataque muy interesante, muy profundo al capitalismo. Ante la ONU dice cosas como estas: 'el mercado nos salvará de lo que el mismo mercado ha creado. El Frankenstein de la humanidad está en dejar actuar el mercado y la codicia sin planificar, rindiendo el cerebro y la razón. Según el poder irracional del mundo, la culpa no es del mercado, que recorta la existencia, la culpa es de la selva y de quienes la habitan'.
O sea que ahí también hay un mensaje que tiene connotaciones profundas para la política interna de Colombia, para lo que eventualmente veremos en el Plan Nacional de Desarrollo.
Petro no tiene la capacidad de asumir vocerías que nadie le ha concedido y tratándose de la temática de la selva amazónica sí que menos. La voz cantante, por obvias razones, la tiene Brasil.
¿Qué vocerías se atribuye y que según usted no le han concedido?
Un literato, un académico, un poeta, pueden arrogarse la vocería del mundo, de la especie humana. Petro no tiene la capacidad de asumir vocerías que nadie le ha concedido y tratándose de la temática de la selva amazónica sí que menos. La voz cantante, por obvias razones, la tiene Brasil, donde está la mayor parte de la selva amazónica. Entonces, cualquier cosa que Petro o Colombia diga sobre la Amazonia, pues es música celestial si no se cuenta con Brasil. Y esa vocería nadie se le ha concedido.
¿Por qué dice que las propuestas suenan muy débiles?
Primero dice que hay que crear un fondo para la revitalización de las selvas, idea que yo creo justa, pero ni siquiera perfila sus aspectos fundamentales. De hecho, la abandona: dice que si no van a hacer ese fondo, entonces que nos condonen la deuda externa. Bueno, esas son palabras mayores. Buena parte de la deuda externa proviene de bonos de la República de Colombia, que han sido adquiridos por agentes privados en el mercado internacional. Los gobiernos no pueden condonar esa deuda. Y la que podría ser condonada es la que tenemos con el Fondo Monetario y el Banco Mundial, el Banco Interamericano e instituciones multilaterales más pequeñas, que también son nuestras acreedoras. ¿Será que estamos mandando un mensaje equivocado, cuando Colombia necesita, bien por el contrario, mantener abierto el flujo de recursos de financiamiento de esas instituciones para mantener la estabilidad de su balanza de pagos y los programas de lucha contra la pobreza?
El presidente Petro no se atrevió a repetirles a los países ricos la exigencia de su ministra de Minas, Irene Vélez: que decrezcan en su crecimiento. Pero el propio Petro avaló la tesis.
La ministra Vélez habló de que los países avanzados decrezcan para que nos abran espacio y tener nosotros mayores posibilidades de crecimiento. Esa es una idea totalmente utópica y disparatada, porque proviene de esa izquierda altamente utópica en la que esa ministra y los referentes intelectuales de Petro militan. Es el utopismo del decrecimiento y es el utopismo de que es el Estado el que define qué sectores de la economía generan valor y cuáles no. En fin, yo creo que todo eso son disparos al aire; simplemente ideas sin ninguna factibilidad.
Se nos quedó por fuera el último punto, el de la falta de destinatarios de su discurso.
Como no hay destinatarios concretos y como la vaguedad de sus propuestas es absoluta, lo que va a recibir su discurso, me temo, y lo lamento, es un silencio absoluto. Nadie se siente en la obligación de responder. El Presidente estaría llamado, y las circunstancias le son propicias, a tener un gran protagonismo internacional. Pero eso se construye de una manera distinta, no con reproches morales, no con señalamiento de culpables, sino buscando aliados y haciendo un trabajo que a él no le gusta, que es el diplomático. De modo que lo que hizo finalmente nuestro Presidente en su primera participación en el foro de Naciones Unidas fue, simplemente, un juego pirotécnico.
El Presidente estaría llamado,
y las circunstancias
le son propicias, a
tener un gran protagonismo internacional. Pero eso se construye de una manera distinta, no con reproches morales.
Y el mundo ni nos responde ni nos respalda.
Ni nos responden ni nos respaldan, simplemente nos ignoran. Esa es la soledad de América Latina, de la que hablaba García Márquez en términos poéticos. Y eso está bien en el ámbito de la literatura, pero no en el de la política internacional.
Lo veo un poco pesimista.
Es tan desolador ver lo que está pasando. Estuve mirando los números de las encuestas de opinión empresarial que recoge Fedesarrollo y ya se empieza a ver un desánimo muy grande en los empresarios y una declinación del clima de inversión. Y, pues claro, la economía se está empezando a desacelerar en forma muy rápida.
Sí, muy triste, pero es que hasta en el interior del propio Gobierno se contradicen. Sale el director de la Policía a dar una declaración, lo calla el ministro de Defensa; sale el ministro de Transporte a anunciar el gran abrazo de Maduro y Petro en el puente Simón Bolívar y el propio Petro dice que eso no está confirmado todavía. O sea, nada empata con nada. ¿Y qué tal el lío que está creando la ministra de Salud?
Pues es muy grave: crea una crisis restringiendo el financiamiento del sistema de salud. Eso por un lado. Y hay otra jugada equivalente en el Ministerio de Defensa, al que también le restringen el presupuesto. Yo veo todo muy oscuro.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO