El tabaco es una de las mayores amenazas para la salud pública en el mundo y es uno de los factores de riesgo asociado a varias enfermedades crónicas como el cáncer, enfermedades pulmonares y padecimientos cardiovasculares.
A pesar de ello, su consumo sigue siendo extendido y, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, genera más de 7 millones de muertes al año, de las cuales más de 6 millones son consumidores activos y alrededor de 890.000 son fumadores pasivos expuestos al humo ajeno.
Desde la década de 2010 se ha puesto sobre la mesa el uso de cigarrillos electrónicos o vapeadores como una alternativa al consumo de cigarrillo tradicional por la creencia de que son menos perjudiciales para la salud e incluso inofensivos.
De hecho, según datos de la última Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas presentada por el Dane en el 2020, el 33 por ciento de los encuestados manifiesta ser consumidor de tabaco, entendido como el cigarrillo tradicional, seguido por el 5 por ciento de las personas de 12 a 65 años que informaron haber utilizado un cigarrillo electrónico o vapeador. De ellos, el 7,1 por ciento de los hombres y 3,1 por ciento de las mujeres.
¿Cómo funcionan?
Desde su introducción al mercado a principios de siglo, los cigarrillos electrónicos se popularizaron como una alternativa para dejar el cigarrillo tradicional, e incluso un uso recreativo que parece no ser nocivo para la salud.
Últimamente, este tipo de tecnología ha evolucionado a los vapeadores que, según Diego Joaquín Verrastro, médico cirujano general especialista en medicina de emergencia, en realidad “son lo mismo que los cigarrillos electrónicos porque el principio por el cual actúan es exactamente idéntico”. Estos dispositivos funcionan calentando un líquido compuesto por aromas, propilenglicol, glicerina y a menudo nicotina, hasta que dicha sustancia se vaporiza.También hay productos sin nicotina.
En un principio, el vapeo elimina las siete mil o más sustancias tóxicas que se encuentran en los cigarrillos tradicionales. Sin embargo, los aparatos pueden contener partículas ultrafinas que de igual forma pueden perjudicar los pulmones, tales como compuestos orgánicos volátiles o metales pesados como el níquel o el plomo, según lo mencionan autoridades sanitarias de Estados Unidos luego de varias investigaciones al respecto.
Los vapeadores disminuyen hasta en un 95 por ciento los riesgos asociados al consumo tradicional de cigarrillos
En este sentido, diferentes estudios internacionales han demostrado que cigarrillos electrónicos y vapeadores también son perjudiciales para la salud, de ahí que 32 países han prohibido su comercialización y publicidad. Incluso una investigación reciente determinó que los s que vapean tendrían más riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular que los fumadores de cigarrillo tradicional.
Los autores del estudio dijeron en una reunión de la Asociación Estadounidense del Corazón que no descartan que la nicotina y el vapor de estos cigarrillos puedan ser los causantes. Además de las enfermedades asociadas al consumo de cigarrillo, los cigarrillos electrónicos han sumado una nueva afección conocida como ‘EVALI’ (lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o vapeo) vinculada a estos por contener acetato de vitamina E, una sustancia oleosa que puede adherirse al tejido pulmonar.
Es así que los expertos de la Red Latinoamericana por la reducción de Daños Asociados al Tabaquismo (RELDAT) concuerdan en que los resultados sobre las estrategias de reducción del tabaco tendrían que provenir de los indicadores de salud, pero lo cierto es que se estima el proceso de consumo con base en la recaudación fiscal. Por esta razón, a pesar de que parece que el consumo de tabaco disminuye, las enfermedades asociadas a su consumo siguen aumentando.
La Plataforma Nicotina Reducción de Riesgos y Daños, un proyecto de la Corporación Acción Técnica Social (ATS), plantea el debate en torno a la reducción de riesgos y daños en el consumo de tabaco y nicotina, previendo sus oportunidades y desafíos actuales.
Julian Quintero, director de Acción Técnica Social (ATS), señala que la ciencia, la tecnología, la reducción de riesgos y daños, y los derechos humanos impulsan alternativas que buscan dejar atrás el cigarrillo de combustión para optar por estrategias de menor riesgo que protejan a fumadores pasivos, pero garanticen el derecho de las personas a elegir. De ahí que algunos de los médicos activos en este campo de investigación, propongan metodologías para generar un cambio de paradigma en la manera de abordar el consumo de nicotina.
Juan Carlos Restrepo, director legal y de asuntos externos de British American Tobacco –el mayor jugador en el mercado legal de los vapeadores en el país– asegura que las empresas han apoyado los esfuerzos para tener una regulación diferenciada que permita un comercio responsable y basado en evidencias científicas.“Los vapeadores no tienen tabaco y eliminan la combustión, disminuyendo hasta en un 95 por ciento los riesgos asociados al consumo tradicional de cigarrillos –afirma–. Pero en la medida en que tienen nicotina, una sustancia potencialmente adictiva como el café, se necesita una regulación, que en todo caso debe ser diferenciada de la que se aplica al comercio de cigarrillo”.
Restrepo dice que el mercado de empresas como la BAT son los ya fumadores que buscan mitigar el riesgo y no nuevos públicos. Según los importadores, se necesita la regulación porque en ciudades como Bogotá, el 95 por ciento de las marcas de vapeadores que circulan no tienen registro de entrada al país.
Una alternativa
Uno de ellos es el doctor Hugo Caballero, neumólogo de la Clínica de Marly, quien asegura que “lo que genera la adicción al cigarrillo es la nicotina, pero las sustancias que generan las enfermedades consecuentes son los más de siete mil químicos potencialmente tóxicos que hay en un cigarrillo. La nicotina es el componente que menos afecta la salud de los pacientes que tienen este hábito”.
La idea de las nuevas alternativas es potencializar esas políticas de cesación y prevención. En Colombia, no existe una normatividad específica que regule los cigarrillos electrónicos en razón a que la tecnología va más rápido que las leyes es por eso que es importante regular la sustancia, más que los dispositivos .
Sobre este tipo de herramientas que, actualmente, parecen reducir el consumo de tabaco en la población, el doctor Caballero resalta que estas metodologías “ayudan mucho por dos razones: un cigarrillo común y corriente, cuando se calienta puede llegar a temperaturas de 850 o 900 grados, un cigarrillo de los que se usan por calentamiento llega a una temperatura que no es mayor de 200 o 250 grados. Un cigarrillo convencional tiene alrededor de siete mil sustancias tóxicas, uno de estos cigarrillos tiene un número muchísimo menor”, concluye.
¿Realmente sirven para dejar de fumar?
El consumidor de a pie desconoce el verdadero daño del tabaquismo y es tan negativa la inexistencia de una campaña al respecto, que bien podría hacerse
Los cigarrillos electrónicos fueron promocionados como una opción alternativa “más saludable” a los productos tradicionales con tabaco como las pipas y cigarrillos comunes.
No obstante, el Ministerio de Salud reiteró que los vapeadores y cigarrillos electrónicos son inefectivos para dejar de fumar.
Al respecto, Nubia Bautista, subdirectora de enfermedades no transmisibles de esta cartera, destacó que el cigarrillo electrónico, los vapeadores y otros productos emergentes de istración de nicotina y sin nicotina no cuentan con evidencia científica libre de conflicto de interés para ser considerada como una alternativa de riesgo reducido para los consumidores de tabaco en Colombia.
Vencer el deseo de fumar asociado a la adicción que crea la nicotina es el objetivo de estos métodos, y algunos expertos coinciden en que los cigarrillos electrónicos probablemente ayudan a dejar de fumar más que los parches y los chicles de nicotina.
Esperanza Cerón, médica y directora de la Asociación Colombiana de Educación al Consumidor, menciona que la mejor estrategia para disminuir el consumo de tabaco radicaría en dar cumplimiento a la Ley de control del tabaco y el Convenio Marco, sin favorecer intereses económicos por encima de los de la salud pública.“El consumidor de a pie desconoce el verdadero daño del tabaquismo y es tan negativa la inexistencia de una campaña al respecto, que bien podría hacerse”, concluye la experta.
Es así que varios conocedores del tema coinciden que es necesaria una regulación integral para estos dispositivos basada en evidencia científica que proteja la salud.
Médicos expertos aseguran que si bien los cigarrillos electrónicos son una alternativa menos nociva que los cigarrillos tradicionales, no está comprobado que las personas dejen de fumar con estos métodos o sean cien por ciento efectivos ante una posible reincidencia de quienes desean dejar de fumar.
Sobre este debate, el médico neumólogo Hugo Caballero opina que “las herramientas deben ser accesibles o las personas continuarán consumiendo cigarrillo. No se deben impedir las adaptaciones tecnológicas ni impedir innovaciones porque siempre se está buscando mayor eficiencia y seguridad”.
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