Ozempic es un fármaco indicado para personas con diabetes tipo 2 que escasea desde hace meses en las farmacias de todo el mundo. El motivo sería un aumento exponencial de la demanda, auspiciada en parte por influencers que han desatado una peligrosa euforia en redes sociales por su efecto adelgazante.
El principio activo de Ozempic es la semaglutida, una molécula que comparte con otros dos medicamentos: Rybelsus, que se istra de forma oral, y Wegovy, que, como el primero, es inyectable.
Cambian sus indicaciones: los dos primeros están autorizados para personas con diabetes tipo 2 y obesidad como complemento de la dieta y el ejercicio; el tercero tiene la aprobación en Estados Unidos y en Europa para el tratamiento de la obesidad de personas con un índice de masa corporal (IMC) superior a 30, o a 27 si existen comorbilidades asociadas.
Estos fármacos, además de controlar el nivel de glucosa, inhiben el apetito, lo que favorece la pérdida de peso, aunque siempre en combinación con una dieta adecuada y ejercicio. Los ensayos clínicos también han arrojado resultados muy positivos para la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares asociadas a la diabetes.
Todo lo cual ha disparado su demanda: en Estados Unidos, uno de los países con mayores tasas de obesidad del mundo, hay problemas de suministro de Wegovy, que han derivado en un mayor uso de Ozempic como sustituto.
A lo que se suma otro fenómeno, y es que múltiples celebrities del país, como las hermanas Karda-shian, enaltecen en redes sociales el poder del fármaco para adelgazar. Solo en TikTok, la etiqueta #ozempic supera los 341 millones de visualizaciones. “Y al final, todo lo que ocurre allí llega aquí”, resume Cristóbal Morales, integrante del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla (España) para el Estudio de la Obesidad.
El gran problema es que este culto a las ya famosas plumas inyectables venga de personas con un peso normal. “Son fármacos seguros, muy eficaces y que funcionan muy bien, pero no son una varita mágica: si lo utilizas sin ningún control, vas a tener un efecto rebote muy grande”.
Morales pide no culpar a los pacientes con obesidad de ser los responsables de la falta del medicamento, pues “se sienten pacientes de segunda y eso, con la gordofobia, hace que no quieran ni ir al médico”.
Por eso hace un llamado a que las personas con problemas de peso acudan al especialista, que les proporcionará un tratamiento integral. “La obesidad no es una enfermedad moral ni una cuestión de elección, es una enfermedad social”, concluye.
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