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La composición de las lágrimas cambia según la causa por la que se llora

Hormonas, proteínas, minerales y otras sustancias se hacen presentes dependiendo de los estímulos.

Lágrimas.

Lágrimas. Foto: iStock

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“Es un alivio llorar, las penas se desahogan y son arrastradas por las lágrimas”, decía Ovidio, el poeta romano que hacia la tercera década a. C. conocía, en esencia, el valor del llanto y el poder de las lágrimas, que la ciencia se ha encargado de reforzar desde tiempos inmemorables.
Lo cierto es que una de las formas más naturales de comunicación y de expresión del sentir del ser humano son las lágrimas o el llanto. De acuerdo con el artículo ‘Breve historia de las lágrimas y el llanto’, escrito por Leonardo Palacios Sánchez, María Catalina Sánchez y Ximena Palacios, entre otros, las lágrimas, por su naturaleza, han sido estudiadas desde las primeras civilizaciones dándoles diferentes significados a partir de la construcción del cuerpo humano según el momento.
De igual forma, según los autores, las lágrimas cumplen diferentes funciones, que van desde ser una película líquida para la protección y lubricación del ojo hasta permitir la comunicación de la primera infancia o tener una proyección emocional con valores evolutivos.
Al igual que ocurre con muchos otros elementos del organismo, las lágrimas y el llanto se han enmarcado en diferentes concepciones desde las más antiguas civilizaciones, tanto así que existían dos posturas al respecto: la cardiocéntrica y la cerebrocéntrica, en las cuales la primera consideraba que las lagrimas venían del corazón y la segunda creía que su origen se radicaba en el cerebro, en una controversia que se mantuvo vigente hasta el Renacimiento, cuando a partir de los estudios de anatomía y fisiología se les empezaron a dar otros sentidos hasta llegar a los hallazgos que le proporcionan un valor evolutivo al llanto, con profundos significados psicológicos.

Una mirada histórica

Antes de llegar a los últimos descubrimientos, que ya de por sí son asombrosos, vale la pena revisar algunas concepciones por las cuales las comunes lágrimas y el llanto han atravesado, entre las cuales vale resaltar, por ejemplo, que Aristóteles denominó al corazón como la acrópolis del cuerpo, por lo que todo lo que ocurría en el organismo se originaba en dicho órgano, no sin detractores como Alcmeón de Crotona, que hacia el siglo sexto antes de la era cristiana se acogió a la teoría cerebrocéntrica afirmando que en el cerebro radicaba todo lo humano, y cuyos planteamientos fueron seguidos por Pitágoras, Platón e Hipócrates en unos enfrentamientos teóricos en los cuales también se discutía el origen de las lágrimas con argumentos.
Para la muestra esta, según los autores de la investigación publicada en la revista Historia de la Medicina, que los egipcios sostenían que las lágrimas eran producidas por una pérdida de la firmeza del corazón, al punto de que su debilidad desencadenaba la producción de agua.
Con las mismas razones, Empédocles (médico y filósofo que vivió entre los años 440 y 490 a. C.) planteaba que cuando una persona se encontraba perturbada por las pasiones del alma, las características de su sangre cambiaban, al punto de convertirse en lágrimas.
En la otra orilla se ubicaba Avicena, que como defensor de la teoría cerebrocéntrica planteaba que las lágrimas eran llevadas desde el cerebro hacia afuera por dos nervios; y ya en el marco de la teoría hipocrática –un poco más tarde–, las lágrimas fueron consideradas el humor del cerebro, tanto así que algunos males como la epilepsia eran resultado de un aumento de flema en el cerebro que le aumentaba una humedad y consecuentemente la intención de llorar para ayudar a secarlo.
Por supuesto que Claudio Galeno, ya en la era cristiana, no se quedó atrás en este debate y sostenía que las lágrimas eran una forma de excretar fluidos superfluos que contenían los alimentos y que eran liberados durante la digestión.
Con el advenimiento de la anatomía en el siglo XVI, llama la atención que Leonardo da Vinci se plegó a la idea de que el corazón era el generador de las lágrimas, tanto que creía que existían unos tubos que comunicaban el corazón con los ojos, por donde se eliminaban.
Ni el filósofo René Descartes se libró de la tentación de opinar al respecto y planteó que las pasiones calentaban el corazón y provocaban la evaporación de “espíritus animales” que al llegar a los ojos y toparse con el frío se condensaban en forma de lágrimas.
Llorar tiene un componente químico y físico importante.

Llorar tiene un componente químico y físico importante. Foto:iStock

Evolución y llanto

De acuerdo con el neurólogo Leonardo Palacios, en el siglo XVIII ocurrió un cambio radical y el llanto dejó de ser un fenómeno corporal y pasó a ser moral, en medio del deseo de darles una dimensión más afectiva y racional a los individuos.
Según el especialista, esto ocurre por la época en que el hombre máquina del siglo XVII migró al hombre sensible del siglo XVIII, aunque se mantuvo la idea de que llorar en exceso era una marca de enfermedad.
En los albores del siglo XIX, ya el llanto adquirió una dimensión sentimental, lo que ubicó a las lágrimas en un contexto moral, al punto de que el mismo Charles Darwin reconoció a finales del siglo XIX que las respuestas emocionales de los humanos evolucionaron desde los animales para comunicar sentimientos y se convirtieron en instrumentos sociales para ser utilizados de manera flexible dentro de los procesos de interacción humana, y en ese sentido declaró que el llanto carecía de valor evolutivo y llegó a plantear unas hipótesis –nunca probadas– sobre las razones por las que los humanos lloraban, entre las cuales sobresalían la congestión de los vasos sanguíneos de los músculos cerca de los ojos, el hambre o el sufrimiento de los niños, que contraía músculos, y la facilidad de producir lágrimas sin necesidad, motivadas solamente por el sufrimiento.
Pero, más allá de Darwin, el llanto en el proceso evolutivo se convirtió en una herramienta a través de la cual los humanos usaban esta respuesta física como un símbolo de sufrimiento psíquico, dándoles así un valor simbólico a las lágrimas emocionales.
En ese marco, hoy es ampliamente aceptado el llanto emocional, relacionado claramente con conexiones entre algunos centros del cerebro y las glándulas lacrimales, en el que cabe la controversia sobre si solamente los humanos tienen llanto emocional o también los animales.
Palacios y su grupo dicen, por ejemplo, que el llanto de los bebés y de los niños es esencialmente una señal que garantiza su ubicación, que se torna en señales visuales representadas con lágrimas, que a la vez se acompaña de gestos y otros cambios orgánicos que configuran todo un aparataje de lenguaje no verbal con el cual se relacionan con facilidad con su entorno.
Por su parte, en los adultos el llanto pierde su valor de supervivencia y cumple otras funciones de comunicación o alivio. Por ejemplo, dice el artículo que se ha evidenciado que las lágrimas promueven un estímulo sobre la piel al rodar por las mejillas que estimula la liberación de endorfinas (hormonas amigables del sistema nervioso) parecida a la que producen los masajes o las caricias.
En la actualidad también se acepta que la tristeza produce lágrimas emocionales y que la risa puede producir llanto; sin embargo, por razones evolutivas, las lágrimas emocionales son una señal funcional y para los humanos son fácilmente visibles, inconfundibles y diferenciales de las lágrimas reflejas (por dolor o lesión) porque van acompañadas de conductas y movimientos, además de manifestaciones que denotan indefensión y necesidad de ayuda.

Composiciones diferentes

Para Marianne Williamson, las lágrimas y la tristeza nos revelan aspectos de nosotros mismos que es preciso transformar para crecer y evolucionar.

Para Marianne Williamson, las lágrimas y la tristeza nos revelan aspectos de nosotros mismos que es preciso transformar para crecer y evolucionar. Foto:123rf

Palacios es claro al decir que las lágrimas juegan un papel muy importante para mantener la salud de los ojos porque, por un lado, los mantiene limpios, húmedos y protegidos contra cualquier daño, y aunque parece que solo son agua, en realidad su composición es muy compleja y en ella cada componente tiene un papel específico.
Sobra decir que lo que se ve como agua en realidad es una solución que, además de sal, contiene vitaminas, minerales y hasta antibióticos que ayudan a mantener a raya virus y bacterias, y como la córnea no tiene vasos sanguíneos, las lágrimas también son un medio para llevar nutrientes a sus células.
Lo llamativo es que las lágrimas emocionales, agrega el neurólogo, tienen un mayor contenido de proteínas que hace que duren más tiempo pegadas en la piel de quien llora, provocando una respuesta de empatía por parte de quien observa a quien llora, todo gracias a un entramado cerebral que conforma un sistema de neuronas en espejo, que provocan sentimientos que otros experimental sin necesidad de leer su mente.
Por otro lado, estas lágrimas también contienen endorfinas (sustancias producidas por estímulos gratos), por lo que el llanto de este tipo siempre genera una sensación de alivio.
Por su parte, las lágrimas irritantes tienen más elementos de protección, y las lágrimas que se producen mientras se duerme tienen menos agua y proteínas, pero son más ricas en anticuerpos, y a medida que se envejece el cuerpo produce menos lágrimas y también menos proteínas, lo que favorece el desarrollo de ojos secos y sin llanto, que también son llamativos.
Palacios remata diciendo que los humanos en ocasiones buscan situaciones que les provoquen llanto, como, por ejemplo, ver películas, obras de teatro cuyo género es el drama, en razón de que ese tipo de llanto emocional alivia, tanto así que muchos dicen: ‘Hoy estoy para pegarme una buena llorada’. En tal sentido, por todo lo anterior, llorar de vez en cuando resulta indispensable.

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