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La historia del médico neurólogo que decidió conocer todos los municipios de Colombia
En 2004 inició su travesía en su Land Rover del año 1966. Ya solo le faltan 13 municipios.
El médico Diego Rosselli frente a la iglesia de Santa Helena del Opón (Santander). Al fondo uno de sus Land Rover. Foto: Diego Rosselli
Este mes de abril, el médico neurólogo Diego Rosselli tomará un avión desde el aeropuerto de Cali. La avioneta de la aerolínea TAC, con destino al municipio de López de Micay (Cauca), tiene solamente dos frecuencias a la semana y lleva máximo cinco pasajeros. En López de Micay pasará la noche y al día siguiente tomará a las 6 de la mañana un barco que llega a las 10:30 de la mañana a Buenaventura. De ahí a la 1 de la tarde tomará una lancha rápida que tiene como destino Santa Genoveva de Docordó (Chocó). Al tercer día de travesía volverá a Buenaventura y de ahí a Cali para llegar al aeropuerto y regresar a Bogotá, donde trabaja como profesor universitario e investigador.
Todo eso, con el único objetivo de conocer dos de los últimos 13 municipios de Colombia que no ha visitado desde que decidió iniciar su travesía para recorrer todo el país.
Hace dos décadas, a Rosselli se le metió en la cabeza que tenía que conocer todos los municipios de Colombia. Y como si el reto de visitar 1.105 cabeceras municipales no fuese ya de por sí complejo, al académico y experto en salud pública se le ocurrió que, además, lo haría en dos Land Rover, uno del año 1966 llamado ‘El Tinieblo Renzadero’ y otro del año 1974 llamado el ‘Caricare’. Dos carros viejos, sin aire acondicionado, sin dirección hidráulica, con frenos que a veces fallan y que siempre están goteando aceite, una característica propia de esos vehículos. Pero fiables, trocheros e irrompibles al punto que han llegado a las carreteras más complejas e inaccesibles del país.
El 'Tinieblo Renzandero' en el Guaviare. Este es el primer Land Rover que manejó Diego Rosselli. Foto:Diego Rosselli
Ese viaje por tierra a los 1.067 municipios con vehicular ya lo completó y ahora le faltan los últimos trece de los 38 municipios de Colombia a los que no se puede llegar en carro. Por eso ha emprendido una travesía tan compleja en términos logísticos que tan solo este mes se gastó más de 13 millones de pesos en contratar una avioneta privada (porque no hay vuelos comerciales y el viaje por río toma más de cinco días, tiempo que como profesor universitario dice no tener) que lo llevará el último fin de semana de abril de Mitú (Vaupés) a Taraira (Vaupés) donde solo estará una hora, y al día siguiente a Carurú (Vaupés) con el objetivo de visitar tres municipios más este mes. “Si todo sale bien, este abril caen cinco de los trece municipios que me faltan. Este proyecto ya se volvió una obsesión. Con préstamo bancario o como sea, pero lo vamos a lograr”, dice entre risas Rosselli.
En un inicio, la idea de Roselli hace 20 años era solo conocer 100 municipios. Todo surgió en enero de 2004, porque estando en Pasto (Nariño) descubrió que la historia colombiana era muy distinta si la contaban los pastusos. “Yo era profesor de posgrado en la Universidad de Nariño y me llamó la atención que la historia de Pasto contada por los pastusos es muy distinta a la historia oficial. Allá a Bolívar lo odian y tienen héroes locales como Agustín Agualongo que para el resto de los colombianos son guerrilleros. A la semana siguiente viajaba a Santa Marta también en el mismo plan y dije qué interesante escribir algo de Pasto y Santa Marta. Después llegó Cúcuta y me fijé la meta de visitar 100 municipios”, recuerda Rosselli.
Mapa de los municipios de Colombia que ha recorrido Diego Rosselli. En negro los que ya ha visitado. En blanco los que le faltan. Foto:Diego Rosselli
Esas crónicas e historias quedaron retratadas en las páginas del diario Portafolio (de esta casa editorial) donde Rosselli dio sus primeros pasos como escritor de viajes gracias a una invitación de su fundador y entonces director, Mauricio Rodríguez. Allí empezó a recorrer algunos de los lugares más representativos de Colombia con un criterio prágmatico: las ciudades más grandes por población en su cabecera municipal. Una travesía que terminó en el 2008. De esa primera expedición quedó un libro llamado ‘Una historia de 100 ciudades: crónicas de un médico andariego’.
Pero Colombia, que es inmensa en territorio con más de 114 millones de hectáreas en su territorio continental y otras 92 millones de hectáreas en su área marítima, tenía más que ofrecer. Por eso, Rosselli decidió, en un acto de explorador y excursionista, multiplicar por diez esa lista de cien municipios y visitar, sin excepción, todos los lugares de Colombia. Del Amazonas hasta los municipios insulares, de la frontera con Venezuela hasta el boscoso y lluvioso Chocó. Una expedición que ha sido mayormente solitaria, pero tranquila, donde solo en una ocasión se ha encontrado de frente con el conflicto armado en el país y en la que sus Land Rover han sido los protagonistas.
Land Rover e iglesias
Cuando Rosselli se graduó de médico de la Universidad del Rosario, en 1981, sus padres le regalaron el Land Rover inglés modelo 1966 de la familia donde él había aprendido a manejar. Conocido como el modelo 109, por los amantes de estos vehículos, este 4x4 inglés ha visitado desiertos, cruzado ríos en balsas, atravesado trochas por donde apenas si puede pasar, se ha quedado estacionado por semanas en aeropuertos y parqueaderos y ha sido el compañero fiel de Rosselli desde cuando era adolescente y el hoy médico era un montañista explorador hasta hoy cuando el neurólogo cumplió su edad de pensión y por temas médicos a veces camina usando un bastón.
Algunas de las iglesias que ha conocido el médico Diego Rosselli durante su travesía por Colombia. Foto:Diego Rosselli
El ‘Tinieblo Rezandero’ fue el primer Land Rover que Rosselli usó, bautizado así con las aguas del río Atrato. Luego a la travesía se sumó el ‘Caricare’, un Land Rover más pequeño, carpado, del año 1974, ideal para los climas cálidos, que se sumó a la travesía cuando el mecánico de confianza de Rosselli se lo ofreció a un muy buen precio y este amante de la mecánica inglesa no dudó un segundo en comprarlo y bautizarlo en honor a un ave rapaz de las sábanas orinocenses del país. Con ambos carros ha recorrido Colombia aplicando un truco simple: el carro se queda parqueado en la ciudad más grande del departamento a visitar y solo regresa a Bogotá cuando necesita visitar al mecánico.
Ese truco lo aplica porque Rosselli no suele viajar entre semana, al menos que esté de vacaciones. Es profesor de posgrado en la Universidad Javeriana de Bogotá, donde vive, y usualmente, “cuando el presupuesto lo permite”, viaja sábados, domingo y cuando está de suerte los lunes festivos. De hecho, cuando recorrió La Guajira y el Cesar, fue nueve veces al aeropuerto de Riohacha. Una vez al mes llegaba, en fin de semana, se montaba en ‘El Tinieblo’ y empezaba a recorrer los municipios que alcanzara. Luego volvía al aeropuerto, parqueaba el carro y regresaba a Bogotá. Fue así, con un carro parqueado al sur y otro al norte del país, como recorrió en fines de semana la geografía nacional.
En todos los viajes siempre hay un atractivo al cual visita: las iglesias católicas, que suelen estar en el centro de los municipios. Allí se toma una foto para registrar que efectivamente visitó ese lugar y luego poder compartirlo a través de sus redes sociales, donde es toda una celebridad con más de 25 mil seguidores en la red social X (antes Twitter).
Entre las acarreteras más complejas que ha atravesado Rosselli están las del departamento de Nariño, donde fue tomada esta foto. Foto:Digo Rosselli
“El 90 por ciento de mis viajes los he hecho solo. ¿Y por qué? Porque mis viajes son relativamente costosos. Un tiquete aéreo suele costar entre 500 a 600 mil pesos para ir y volver a donde tengo mis carros. Yo los gasto porque mi presupuesto está dedicado a eso. Hay que sumarle una tanqueada de 200 mil en gasolina. La comida y los hoteles suele ser barata, pero por fin de semana puedo gastarme de 900 mil a un millón de pesos. Lo otro es que viajar conmigo no es fácil: los viajes son intensos, soy muy madrugador, no siempre se come bien. Entonces no son viajes de placer necesariamente”, resalta Rosselli.
El 'Caricare' en Piamonte (Cauca). Foto:Diego Rosselli
Pero a veces, en esos viajes que suelen ser solitarios, a Rosselli se le suman otros exploradores, que como él, aman recorrer el país en sus viejos Land Rover. El departamento del Caquetá, por ejemplo, lo recorrió casi todo con otros 4 ‘landroveros’ del departamento que se sumaron a la travesía. “También me ha pasado en Santander, en la Costa Caribe, en Nariño. Hay ocasiones en las que se unen otros carros a una parte de mi travesía”, asegura.
Sumado a ello, también hay dos personas a las que le gusta invitar a esos viajes solitarios: sus hijas. Roselli, quien es divorciado, asegura que en algunas ocasiones lo ha acompañado su hija menor, Paula, quien recientemente se graduó de biología marina y a quien califica de "excelente copiloto". Su hija mayor, Alejandra, estudia un doctorado en astrofísica en Estados Unidos, y aunque actualmente no vive en Colombia, también lo han acompañado muchas veces. Con ellas ha ido a algunos de los territorios más alejados de Colombia.
Diego Rosselli y su hija menor Paula, a quien califica de "excelente copiloto". Foto:Diego Roselli
Pero es en esas zonas, las más apartadas, donde su visión del país va más allá de las trochas casi inaccesibles de cientos de kilómetros y los paisajes paradisíacos de poblaciones inhóspitas, sus ojos a veces cambian y chocan con su experiencia médica y de servicio público, pues Rosselli durante muchos años trabajó también en el Ministerio de Salud como Director de Desarrollo Científico y Tecnológico.
Ojos de médico
“Una de las cosas que más me deprime a mí de viajar por Colombia, inclusive por esos sitios que son un paraíso como la Costa Pacífica o La Guajira, es la cantidad de basura, de bolsas y botellas plásticas. Y además de la ausencia en muchos municipios de un programa de manejo de residuos sólidos, porque no son conscientes de la relación que eso tiene con la salud. Es claro que la salud, como tantas otras cosas en Colombia, está distribuida de una manera muy inequitativa. El problema de la salud no se limita solo al a los hospitales y medicamentos, sino que tiene que ver con a agua potable, educación, nutrición… En esos pueblos es muy difícil que una persona tenga una dieta balanceada, por ejemplo. Me acuerdo cuando hacía brigadas de salud en el Vichada y le decía a las personas: usted tiene que comer más lechuga. ¿De dónde va a sacar lechuga? Tienen que limitarse a lo que tienen allí: yuca, banano y pescado”, relata.
Para él, gran parte de lo que ha visto durante estos años ha sido también como las zonas más apartadas del país tienen un no solo limitado a instituciones que puedan prestarle servicios sanitarios, sino también a condiciones que puedan permitirles vivir una vida saludable. Y eso es algo que, dice, parece solo para lugares alejados como la región amazónica o el Chocó, pero Rosselli que ha recorrido todas las carreteras del país en sus carros asegura que lo ha visto en municipios cercanos a grandes capitales de departamentos como Boyacá, Cundinamarca y Antioquia.
El médico Diego Rosselli en Ciudad Mutis, cabecera de Bahía Solano. Foto:Diego Rosselli
Bajo su mirada, Colombia debe aprovechar a la academia, el conocimiento local y las experiencias de otros países (como Australia) que han aprendido a manejar y mejorar la salud de comunidades apartadas. “Se necesitan soluciones diferentes para esa Colombia dispersa, perdida, rural y distante que deben ser diferentes en cada región y deben incluir consensos que incluyan a las comunidades que conocen la problemática y pueden aportar a las soluciones”, resalta el experto.
Lo que falta
A sus 65 años, a Diego Rosselli solo le falta por visitar cuatro municipios del Chocó, tres de Vaupés, dos de Guainía, uno en Caquetá, uno en Cauca, uno en Guaviare y uno en Nariño. Si todo sale bien este mes visitará cinco de esos y antes de que acabe este año habrá pisado todas las cabeceras municipales del país, con su respectiva foto frente a una iglesia. Esa obsesión de explorador le ha costado dos décadas y gran parte de su sueldo, dice entre risas.
En un cuestionario rápido, para este diario, asegura que las mejores playas del país las tienen Bajo Baudó (Chocó) en el Pacífico y San Bernardo del Viento (Córdoba) en el Caribe. El mejor lago es La Cocha en Pasto (Nariño) y la mejor comida la del Pacífico. Que la gente es amable en todo el país, pero donde mejor lo han recibido es en Valledupar (Cesar) y que de las carreteras más difíciles que ha manejado está la que va del municipio de Barbacoas al de Magüí Payán en Nariño.
El 'Caricare' y el 'Tinieblo Renzadero', los dos Land Rover que acomapñan las aventuras de Diego Rosselli. Foto:Diego Rosselli
Ahora trabaja en un libro y una página web donde espera retratar todo lo que ha visto durante estos años, pero además invitar a los colombianos a recorrer nuestro país en el que solo una vez (hace algunas semanas) en estos 20 años tuvo un encuentro con grupos armados al margen de la ley en el departamento del Chocó, con quienes no tuvo mayor problema tras contarles el objetivo de su travesía.
“Mis estudiantes siempre me dicen: ‘qué miedo irse para allá’. Y yo les respondo: ‘miedo salir acá en Chapinero a una discoteca’. No creo que yo esté corriendo más riesgos por allá que los contextos urbanos del país, a veces tan peligrosos. Tenemos una cantidad de cosas muy hermosas. Hace algunos días estuve en un congreso médico y estaban hablando de visitar Petra o Estambul. Y yo les decía: ¿han ido al Guaviare? No saben de lo que se pierden. Es uno de esos secretos mejor guardados del turismo”, cuenta entre risas este médico explorador